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Economía con Máximo Kinast

Quantitative easing and carry trade

Luis Casado – 01/03/2012

 

No. No te voy a dar el coñazo con un idioma que conozco tan mal como cualquier ciudadano de este país  “bilingüe”. Pasa que la actualidad está llena de referencias a la crisis europea que prolonga la crisis yanqui, que sucedió a la crisis japonesa, que no hacía sino extender otras múltiples crisis que lejos de haberse terminado se despiertan cada día vivitas y coleando.

 

Un quantitative easing (QE) es una emisión de dinero sin respaldo por parte de un banco central. En las teorías al pedo que enseñan en las universidades esto es caca. Lo de emitir dinero sin respaldo, digo. Algo así como condenarse al infierno antes de haberla palmado y de haber comparecido en el Juicio Final. Pero, como suele ocurrir, una cosa es lo que te enseñan y otra es lo que hacen. “No fornicar” dice la iglesia…y ya ves. Aquí es más o menos lo mismo.

 

Ben Bernanke, presidente de la FED, el banco central de los EEUU, ya lanzó dos QE por un total en torno a 1,6 billones de dólares. La nada misma. Si la excusa utilizada para justificar esta alforza a la cátedra era la de redinamizar la economía yanqui, en el fondo se trataba de salvar un sistema bancario rufián, especulador e inmoral. Para tales efectos ha sido pasablemente inútil, lo que no le impide a Mario Draghi, presidente del banco central europeo (BCE), utilizar la misma pomada. Hace algunas semanas Draghi le pasó 489 mil millones de euros a la banca privada europea. Y esta semana € 529 mil millones más.

 

Lo curioso es que cuando se trata de la Salud, de la Educación, de las pensiones, de los servicios públicos, de la inversión en infraestructuras o de los salarios, no hay plata. Pero cuando se trata de salvar a los especuladores, como por arte de birlibirloque surgen cientos de miles de millones. Dinero que desde luego no está destinado a la inversión productiva, sino, como queda dicho, al rescate de la banca y los rufianes que la dirigen. No lo digo yo, lo dice un Editorial del diario madrileño “El País”, poco sospechoso de enemistad con el gran capital: “Con el antecedente de la primera subasta puede calcularse que la banca no trasladará la liquidez que ha recibido del BCE a préstamos para empresas y particulares; o, dicho con más precisión, no concederá nuevos créditos para proyectos de inversión y empleo. Una parte del dinero recibido volverá al BCE para cubrir vencimientos; y otra, según las intenciones de Draghi y su staff, podría destinarse a la compra de deuda pública.”

 

Se trata pues de dinero destinado a estabilizar a los bancos, y a permitirles seguir especulando con la deuda soberana: el dinero que el BCE les proporciona con tanta generosidad y a una tasa de interés bajísima (1% anual) los bancos privados se lo prestan a los Estados europeos a tasas que llegan hasta un 15% y aún más, como en el caso griego.

 

O bien, como denuncia Dilma Roussef, lo utilizan para  practicar el muy rentable negociado que llaman carry trade. ¿En qué consiste? Es muy sencillo. La FED en los EEUU, y el BCE en Europa, le pasan cientos de miles de millones a la banca privada a tasas ridículas: 0,25% anual en los EEUU, y un mísero 1% al año en Europa. Los bancos toman ese dinerillo y van a colocarlo en países como Chile o Brasil, en donde la tasa directriz de los respectivos bancos centrales es mucho más alta: un 5% y un 10,50% respectivamente. De ese modo, sin correr ningún riesgo, un banco yanqui paga 0,25% de intereses sobre el dinero que le presta la FED, y obtiene en Chile una remuneración del 5%. Sin poner ni uno, sin producir ni un cuesco, el banco obtiene 20 veces lo que paga en intereses.

 

Admitamos que esos bancos traen a Chile 20 mil millones de dólares: por ese “favor” les pagamos mil millones de dólares de intereses al año. Luego se regresan a los EEUU, le pagan 50 millones de intereses a la FED, y se quedan con la diferencia: US$ 950 millones. Negocio redondo.

 

A Dilma Roussef no le gusta esa estafa y declara: “Estamos preocupados por este tsunami monetario que causan los países desarrollados”. Y acusó a dichos países de mantener tasas de interés muy bajas, debilitando sus monedas, lo que hace que esos capitales vengan a Brasil a aprovecharse de tasas de interés más altas, reforzando artificialmente la moneda local. Esta “guerra cambiaria” encarece los productos brasileños y abarata las importaciones provenientes de los EEUU y Europa, canibalizando así su mercado interno.

 

Guido Mantega, el ministro de Hacienda brasileño, dice que “Brasil no permanecerá impasible frente a esta guerra cambiaria”. “Nos defenderemos”, asegura. En Chile, Felipe Larraín está feliz, él. Y cada vez que baja el dólar, los “enteraos” y los “expertos” nos dicen que es por culpa del aumento del precio del cobre. En realidad intentan ocultar una política monetaria contraria a los intereses nacionales. Cuando era presidente de la SNA, Luis Mayol se quejaba un día sí y el otro también. Luego le nombraron ministro de Agricultura. Desde entonces calla. ¿Por qué será?

 

Louis Casado

Editor de Politika

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