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Economía con Máximo Kinast

La Crisis Neoliberal

YPF Y LAS LLORONAS

Escribe Luis Casado – 21/04/2012

 

   

 

Si hubiese alguna duda con relación a la expropiación de YPF por parte del gobierno argentino, bastaría con leer la prensa adicta a los mercados financieros para disiparla: esa prensa llora, amenaza, augura catástrofes para los argentinos y, como suele hacerlo día a día, miente. Si esa prensa, las multinacionales y los líderes políticos más serviles a los intereses de los mercados financieros se quejan tanto… quiere decir que algo bueno tiene la llamada “nacionalización” de YPF.

 

Todo esto no debe oscurecer nuestro juicio a la hora de analizar la era “K”, ni hacernos confundir, como hace el necio, valor y precio. Más adelante volveré sobre este tema.

 

La cuestión primordial que se plantea en este caso es el de la soberanía de un país que obtuvo su independencia de España hace dos siglos. Y su derecho a definir sus políticas económicas, monetarias, financieras, industriales y sociales, sobre la base de los intereses de su propio pueblo, y en ningún caso a partir de los intereses de los “mercados”, de la “madre patria”, o siguiendo los amables consejos del FMI.

 

Las “lloronas” osan, como el patrón del grupo español REPSOL, insinuar que la expropiación busca ocultar la crisis económica argentina. En castellano castizo eso se llama descaro, desfachatez, desvergüenza. España, conducida durante décadas en función de los intereses de la banca y las grandes empresas como REPSOL, se encuentra sumida en la peor crisis de su historia. ¿Cómo podrían las mismas políticas hacerle algún bien a Argentina?

 

En el concurso de la hipocresía y la caradura, el premio se lo lleva el semanario británico “The Economist” que en su edición de hoy comenta la decisión argentina del modo siguiente:

 

“El costo económico a mediano plazo de esta decisión puede ser nefasto. Ella elimina toda posibilidad de obtener inversión privada para desarrollar los yacimientos de esquistos, que son extremadamente onerosos a explotar. Y conducirá probablemente a un éxodo de los expertos de la industria petrolera, acelerando la disminución de la producción local. Pero visto que la Sra. Fernández y su esposo, muerto en el 2010, ya habían arruinado la reputación de Argentina como un lugar seguro para hacer negocios mucho antes de la nacionalización de YPF, no está claro cuánto daño adicional esta decisión podría causar. Y la economía ha permanecido fuerte durante casi una década a pesar de tales políticas, en razón de los crecientes precios de la soja y el crecimiento económico del vecino Brasil”.

 

Para “The Economist” toda decisión contraria al libre mercado es “nefasta”. No se trata de una previsión sino de un juicio dogmático. Anunciar que Argentina encontrará dificultades para financiar su desarrollo es cosa de chiste. Desde el default de 2001 los mercados financieros son reticentes a facilitarle a Argentina el acceso al crédito. Parafraseando a “The Economist”, ¿cuánto más daño ocasionará la expropiación de YPF? Luego, cuando se constata el “bien” que le han hecho a Grecia los mercados financieros… es como para decir “no me ayude compadre”. La referencia al éxodo de los expertos de la industria petrolera tiene más de mala leche que de realidad en el terreno. Pero… ¿qué importa? Después de todo la reputación de Argentina ya fue “arruinada” hace años. Es como para preguntarse que diablos hacía REPSOL en Argentina durante todo este tiempo. Finalmente, -y esta es la cumbre de la mala fe-, si “la economía ha permanecido fuerte durante casi una década” (¿no era para ocultar una crisis que YPF fue nacionalizada?) se debe “a los crecientes precios de la soja” (lo mismo podría decirse de Chile con el cobre, de Arabia Saudí con el petróleo, de Rusia con el gas…) “y al crecimiento económico del vecino de Brasil”.

 

Mientras tanto Gran Bretaña, que goza de una excelente reputación como guarida de los mercados financieros y ha persistido hasta ahora en una política económica ultra-liberal, se debate en una profunda crisis, exhibe una deuda pública superior al 100% de su PIB, su déficit presupuestario es el peor del G20 (12%), cada hogar británico le debe a los bancos más del 170% de sus ingresos anuales, sus principales bancos no han sobrevivido sino gracias al dinero público, la tasa de desempleo de los jóvenes alcanza un record histórico, la tasa general de desempleo es de 8,4% (la más alta desde 1995). ¿Vale la pena seguir? En cuanto a España, no merece la pena describir una vez más su lamentable situación económica, financiera y social. Los jóvenes españoles e ingleses sí emigran al extranjero para buscar una oportunidad de trabajo. Estos son los países que vienen a darle lecciones de conducción de su economía a Argentina.

 

Abordando otro aspecto de la política económica argentina, “The Economist” acusa al gobierno de Cristina Fernández de usar el Banco Central como una hucha, una alcancía al servicio del gobierno. Sin mencionar que la autonomía del propio banco Central Europeo está siendo cuestionada, “The Economist” dispara con pistolitas de agua:

 

“Durante los últimos 20 años una placa adornaba el vestíbulo del Banco Central de Argentina, proclamando su ‘misión fundamental y primaria, preservar el valor de la moneda nacional’. Esta semana la placa fue removida después que el Parlamento aprobase un proyecto gubernamental que le da al Banco Central un nuevo mandato: ‘promover, en el límite de sus capacidades y en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional, la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el crecimiento económico con justicia social’”.

 

En pocas palabras, dice “The Economist”, el Banco Central perdió la última pizca de su independencia, y se transformó en la alcancía del gobierno de Cristina Fernández. Desde luego, al quitarle la sacrosanta autonomía a su Banco Central el gobierno argentino comete un pecado mortal contra los criterios del Consenso de Washington, y atenta gravemente contra el dominio de los mercados financieros y la especulación desenfrenada. Es probable que los consejos de un tal Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía 2001, ex vicepresidente del Banco Mundial y ex Consejero Económico de Bill Clinton en la Casa Blanca, hayan surtido algún efecto. En sus numerosas obras Joseph Stiglitz insiste en que nadie ha probado nunca que un país que tiene un Banco Central autónomo crezca más rápido o presente resultados económicos espectaculares. La prueba de lo contrario la da Europa, que le dio plena independencia a su Banco Central y vive una crisis sin precedentes. Lo mismo puede decirse de Gran Bretaña. ¿Entonces?

 

Por si fuese poco, “The Economist” critica en el nuevo mandato del Banco Central argentino la inclusión de una misión relativa al empleo. Pero “The Economist” olvida mencionar que en la materia Argentina no hace sino copiar a los… EEUU. En efecto, el mandato de la Reserva Federal (FED) no se limita a la estabilidad monetaria y al crecimiento, sino que integra la creación de empleo como un elemento fundamental. ¿Hipocresía?

 

Por otra parte “The Economist” se hace el escandalizado cuando pretende que el gobierno argentino podrá “utilizar las reservas del Banco Central (US$ 47 mil millones) para pagar deuda pública”. Una vez más el semanario británico olvida mencionar que es precisamente lo que hace el gobierno de los EEUU, cuyo principal comprador de bonos (el principal prestamista) es la Reserva Federal, o en otras palabras, la imprenta más rápida del mundo en fabricar moneda sin respaldo ninguno. Lo que es bueno en los EEUU es malo en Argentina. “Haz lo que te ordeno, no lo que hago” parece ser el lema de “The Economist”.

 

Pero dejemos de lado a las “lloronas” para ocuparnos de la historia de YPF y algunos aspectos de la política económica de la era “K” con el propósito de determinar si esta nacionalización puede traducirse en una independencia energética para Argentina, y si obedece a una estrategia coherente.

 

La empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), -de propiedad del Estado argentino-, fue privatizada parcialmente en el año 1992 por el gobierno peronista de Carlos Menem, entregándole el control al grupo español REPSOL. En esa época, un Menem de mocasines blancos y pobladas patillas privatizó gran parte del patrimonio público, de la industria y de los servicios: la energía, el agua, las comunicaciones, el transporte, los casinos e incluso el zoológico. El peronismo, o al menos el peronismo menemista, se convirtió al neoliberalismo. Hay quien afirma que la privatización de YPF, efectuada en dos fases (1992 y 1999), contó con el caluroso apoyo de los Kirchner. Entre otras, la senadora María Eugenia Estenssoro de Coalición Cívica que pone en duda las razones que condujeron a la expropiación del 51% de YPF. En su alocución a la nación Cristina Fernández aseguró que recuperar YPF era el sueño de su difunto esposo. María Eugenia Estenssoro argumenta:

 

“Si su sueño (de Néstor Kirchner) era recuperar YPF, ¿por qué le vendió a Repsol las acciones de YPF que tenía Santa Cruz (provincia cuyo gobernador era Kirchner) y acompañó la desnacionalización total de la petrolera impulsada por Carlos Menem? Si el sueño de Néstor Kirchner era recuperar YPF, ¿por qué en 2007, cuando decidió la “argentinización” de la compañía, eligió a su amigo Enrique Eskenazi, un banquero sin experiencia en petróleo, que no aportó ni capital, ya que compró el 25% de las acciones con un préstamo de la propia Repsol?

 

Y agrega:

 

“Cristina Kirchner tampoco explicó por qué ella y sus ministros aprobaron el acuerdo de accionistas por el cual Repsol y Eskenazi se obligaron a retirar el 90% de las ganancias durante diez años. Si los accionistas retiraban la casi totalidad de las ganancias todos los años, cuando la norma para el sector es el 30%, ¿cómo iba a realizar YPF las inversiones necesarias para ampliar la reservas y la producción que necesitaba el país?”

 

El esquema utilizado por Enrique Eskenazi no es nuevo. En el año 1967, Jean-Jacques Servan-Schreiber, periodista, ensayista y político francés, publicó su famoso libro “El desafío americano” en el que cuenta que en los años de la posguerra las empresas yanquis compraron masivamente las renacientes empresas europeas. Para ello, dice, aportaron no más de un 10% del capital y el resto lo tomaron prestado en Europa: “En pocas palabras les pagamos para que nos compraran”, concluye.

 

Por otra parte, quienquiera esté familiarizado con el derecho comercial sabe que un accionista no puede deberle dinero a la empresa de la cual es dueño. En principio… Cuando estalló la crisis de las llamadas “dot.com” en los EEUU, en los años 2000-2001, y peor aun con la crisis siguiente, la de los productos financieros derivados (subprimes),  quedó en evidencia que el pillaje de las empresas por parte de los ejecutivos estadounidenses que las dirigían alcanzaba proporciones inimaginables. Muchos CEOs utilizaron dinero de la empresa que dirigían para comprar, a título privado, las acciones de la misma empresa. La compra de empresas utilizando el conocido truco llamado LBO (leveraged buy-out) le permitió a muchos especuladores adquirir empresas mediante un crédito que luego pagaron con los beneficios obtenidos por la empresa adquirida. Para acelerar el proceso, la reducción forzada y masiva de personal (reducción de la masa salarial) es un must.

 

Como quiera que sea, el retiro de las ganancias por parte de los accionistas de YPF tuvo que ver con la necesidad de pagar el crédito que Eskenazi obtuvo de REPSOL para comprar acciones de… YPF.

 

Volviendo al tema de la privatización, es necesario precisar que Argentina, contrariamente a Chile, siempre conservó la propiedad de sus recursos básicos, en este caso el petróleo. La privatización concernía los derechos explotación concedidos a diferentes empresas, concesiones que pueden ser revertidas incluso por las diferentes provincias argentinas en las que se encuentran los yacimientos.

 

Ahora, el proyecto de re-estatización enviado el Senado declara de "utilidad pública" y sujeto a expropiación el 51% de las acciones de YPF. Ese 51% se dividirá, a su vez, entre la Nación (51%) y las diez provincias (49%) que integran la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi). Todos los gobernadores apoyaron la medida. De este modo el Estado tendrá el 26,01% del total de acciones de YPF, y las provincias el 24,99%. Se mantendrá intacto el 17% de acciones en manos de inversionistas privados “amigos de los Kirchner” (Eskenazi, dueños del banco de Santa Cruz). Una porción siempre fue de propiedad del Estado argentino. Finalmente, un 6,4% quedará aún en manos de Repsol, que pasaría a ser socio minoritario.

 

YPF explota un tercio del petróleo y el gas argentino. Si se excluye a una empresa menor de propiedad estatal, el resto, o sea en torno al 66% del petróleo, es explotado por privados.

 

En cuanto a las razones objetivas que llevaron el gobierno argentino a expropiar YPF, este alega que REPSOL no cumplió con sus compromisos en materia de inversiones para aumentar la capacidad productiva. “The Economist” defiende a REPSOL argumentando que:

 

“YPF invirtió US$ 11 mil millones en sus operaciones argentinas en los últimos cinco años, y sólo distribuyó US$ 3 mil 500 millones en dividendos, la mayor parte de los cuales fueron a pagar el crédito que Petersen, una empresa argentina (en la cual está involucrado Eskenazi – nota mía), tomó para comprar acciones de la empresa con el apoyo de Néstor Kirchner, el difunto esposo de Cristina Fernández y su predecesor como presidente”.

 

La primera observación que viene in mente tiene que ver con la excepcional rentabilidad de YPF. Una inversión de 11 mil millones de dólares en el curso de cinco años permite distribuir, en el mismo período, “sólo” 3  mil 500 millones de dólares de dividendos. El “sólo” hay que entenderlo como una auto-limitación, signo de la moderación de los empresarios, y no como el techo del lucro. En segundo lugar, este dato viene a confirmar los dichos de la senadora María Eugenia Estenssoro. No hay que ser un lince para imaginar de dónde obtuvo “The Economist” esta información tan embarazosa para Cristina Fernández.

 

Otro argumento esgrimido por REPSOL en su defensa tiene que ver con que la fijación de límites de precio para el petróleo producido por YPF reduce las posibilidades de inversión:

 

“El productor recibe sólo US$ 42 por barril exportado, y alrededor de US$ 70 en el mercado doméstico, cuando el precio del mercado mundial está por encima de los US$ 120”.

 

En efecto, la política del gobierno argentino apunta a “subvencionar” el consumo de combustible en beneficio de la población y de la industria local. Pero la cuestión central no está ahí, sino en el costo de producción y en el derecho soberano de Argentina a fijar el precio del petróleo que producen las empresas concesionarias. Recordemos que Argentina sigue siendo dueña del petróleo, y que la concesión acordada tiene que ver sólo con su extracción.

 

Cuando hace un par de años Irak comenzó a restablecer su capacidad productiva de petróleo, decidió no privatizarlo sino proponer concesiones de extracción a las grandes petroleras mundiales. Para ello organizó una especie de remate público, transmitido por TV, en el que propuso pagar dos dólares (US$ 2,00) por barril extraído. Ninguna de las empresas presentes quiso aceptar ese trato. Sin embargo, dos semanas más tarde, un consorcio chino-británico llegó subrepticiamente a Bagdad para firmar un contrato en esas condiciones. En pocos días todas las petroleras estaban haciendo cola para hacer lo propio.

 

A dos dólares el barril extraer petróleo es un pingüe negocio en Irak… ¡Pero no lo es para REPSOL a US$ 42 dólares (ni a US$ 70) en Argentina!

 

Como puede constatarse, el tema energético no es ni simple ni fácil de abordar. Ni en Argentina, ni en ningún país del mundo. Enormes intereses se esconden detrás de cada movida. Las privatizaciones de Carlos Menem contribuyeron poderosamente a la catástrofe económica del 2001. La actitud despectiva del FMI en esa época llevó al vespertino francés “Le Monde” a publicar un editorial titulado: “Argentina: el alumno castigado por obediente”. Quien pagó la nota en miseria, en desempleo, en precariedad y en sufrimiento, fue el pueblo argentino.

 

Por el contrario, una golondrina no hace verano: no es la nacionalización, o la expropiación, la re-estatización o como quiera llamársele, de YPF, la que determina una política económica favorable a los miserables.

 

Pero como quiera que sea, aun si los procedimientos del ejecutivo argentino no quedan eximidos de sospecha de corrupción, de favoritismo, ni de “cronyism”, el derecho de cada nación soberana a disponer de sus recursos básicos y utilizarlos como le de la gana es inalienable.

 

Los “expertos” que quieren darle consejos a Argentina harían bien de regresar a sus respectivos países, hundidos en un marasmo sin fin gracias a esos mismos “expertos”.

 

 

Louis Casado

Editor de Politika

 

 

HISTERIA ESPAÑOLA

Escribe Luis Casado – 17/04/2012

 

  

Olvida la “furia española”. Lo que está de moda es la Histeria Española. Para verla llegar bastó con que Cristina Fernández expropiase la empresa petrolera Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), que como su nombre lo indica fue de propiedad del Estado argentino. En algún momento feliz para el Consenso de Washington YPF fue privatizada y fue a parar a manos de la española Repsol, cuyo presidente Antonio Brufau ha perdido la compostura, la cordura y se ha hundido en la locura.

 

La prensa del mundo entero ignora la histeria hispánica. Apenas si el Wall Street Journal hace referencia a la dificultad del gobierno español para colocar deuda soberana a una tasa decente. Pero los medios españoles, en una bella unanimidad, tienen colores de apoplejía: “El País” anuncia que Bruselas suspendió un encuentro con el ejecutivo argentino y señala que “La Comisión Europea advierte que Buenos Aires envía una señal muy negativa a los inversores” (sic). La “buena señal” viene de Europa, que no sabe qué moneda tendrá dentro de tres meses, ¡no te jode!

 

El muy derechista diario “ABC” titula “Expolio”, porque los franquistas irredentos se sienten expoliados, pobres de ellos. El cotidiano “La Razón” le hace poco honor a su nombre, y pone en portada, en grandes caracteres, “La guerra sucia de Kirchner - Argentina expropia YPF y expulsa de la sede petrolera a los directivos españoles”. Las tropas españolas en Afganistán hacen una guerra limpia, ellas. Para no hablar de un Juan Carlos algo gagá que se va a matar elefantes en vías de extinción en África, lo que no tiene mucho ni de sano ni de inmaculado.

 

El diario catalán “La Vanguardia” es un pelín más sobrio cuando titula “Expropiación – Repsol exige 8 mil millones y acusa Argentina de hundir el valor de YPF”. En realidad lo que se hundió fue el valor de Repsol, que según la propia prensa española con YPF “pierde las joyas de la corona”. La prensa financiera es aún más histérica, si cabe. “El Economista”, el mal nombrado, exclama: “Kirchner se burla de España y nacionaliza el 51% de YPF”. ¿Qué os parece tíos? ¡Recuperar lo que te pertenece es una burla a España! ¿Y el peñón de Gibraltar? ¿Acaso España no quiere recuperar el peñón de Gibraltar? Tanta boludez me hace recordar a mis amigos de Canarias que pintan en los muros eso de “Godos… Go home!”.

 

El diario  “Expansión” es aún más aguerrido al titular “Kirchner expropia YPF y reta a España”. Nada menos. Si fuesen algo menos histéricos sabrían que se reta apenas a una multinacional que, como otras empresas españolas pletóricas de yanaconas sudakas, ganan en América del Sur lo que no ganan en ningún sitio del mundo. No obstante, hay que reconocer que la palma de oro se la lleva el diario “Negocio”, publicación que vive de los ídems: “Kirchner desafía a medio mundo tras expropiar YPF”. ¿Qué tal?

 

Intrigado me fui a leer la prensa china, india, francesa, alemana, rusa e incluso la de los Estados Unidos de América, tan celosos de la conservación del imperio: no había ni una sola referencia al caso YPF. De modo que no logré saber a qué mitad del mundo se refiere “Negocio”. Tal vez creen seguir viviendo en la época de Carlos V, en cuyo imperio no se ponía el sol, lo que muestra que su relojito tiene un ligero atraso de cinco siglos. ¡Despierta majo, que la descolonización se puso en marcha en el siglo XIX!

 

Por si fuese poco, el presidente de Repsol, ese que perdió la compostura, la cordura y se ha hundido en la locura, declara que con esta medida Cristina Fernández intenta “tapar la crisis social y económica de la Argentina". ¡Caradura, quién está sumida en una profunda crisis es España! No te jode… Es España la que tiene un 25% de desempleo, y más del 50% entre los jóvenes. Es España la que no logra refinanciar su deuda soberana sino pagando las tasas que le cobran a los atorrantes.

 

Argentina tuvo los cojones de mandar a sus acreedores a paseo, de declarar un default, y de renegociar enseguida la deuda con una quita del 70%. No era el socialdemócrata Zapatero que iba a ser capaz de hacer lo mismo. En cuanto a Rajoy, como dice él mismo, “Si no hago lo que hago, Europa me obligará a hacerlo”. Ya lo dijo Iñaki Gabilondo, que al elegirlo se elegía al siervo del amo. Estos siervos son los que ahora amenazan a Argentina.

 

Insolentes con los que creen débiles, y serviles con los grandes. Felipe Gonzalez, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y ahora este bufón llamado Mariano Rajoy. Todos incluidos en las nóminas de las multinacionales, o a punto de estarlo. Por eso están histéricos: porque los siervos deben mostrar con celo que son los más fieles guardianes del orden impuesto por los amos.

 

Louis Casado

Editor de Politika

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ITALIA: TUTTO A POSTO

 

Escribe Luis Casado – 01/04/2012

 

   

La prensa europea aplaude hasta con las orejas al primer ministro italiano Mario Monti. Tal parece que el sucesor de Berlusconi es una especie de “remedio milagroso” para los males que aquejan a la península. En algo más de cuatro meses la Italia eterna está de regreso, “recuperó su rango en la escena internacional y su credibilidad en los mercados, (…) los inversionistas compran sin temor sus títulos de deuda”. La Unión Europea, los EEUU, China, el Wall Street Journal, el Financial Times y las agencias de calificación de deuda eructan satisfechos. Tutto a posto, dunque. 

 

Pero… ¿Mario Monti es realmente capaz de hacer milagros? ¿Qué es lo que los mercados alaban tanto y con tanto entusiasmo? En la materia, nada nuevo bajo el sol. No es que Italia haya pagado la deuda pública más grande de Europa, que la productividad haya subido como leche al fuego, ni que la evasión fiscal haya sido yugulada, o que la inversión productiva haya crecido, nada de eso.

 

Simplemente Mario Monti, -que le debe su elección como primer ministro a la derecha y a la “izquierda” unidas-, está aplicando con fervor religioso los dogmas del neoliberalismo: una cura de rigor que restringe el gasto público, una reforma de la previsión que prolonga los años de trabajo y baja las pensiones, la eliminación del artículo 18 del Código del Trabajo que impide los despidos abusivos, etc. Eso es lo que aplauden los mercados.

 

En Italia, en donde la alianza del Partido Comunista (1921-1991) y la Democracia Cristiana (1942-1995) tuvo el mérito de hacerlos desaparecer en medio de escándalos de corrupción, Mario Monti ha contado hasta ahora con un apoyo panorámico de las fuerzas políticas presentes en el Parlamento: el Partido Demócrata (fusión de la social-democracia con los social-liberales), el Pueblo de la Libertad (el partido de Berlusconi) y la Unión de Centro (democristianos afiliados al Partido Popular Europeo).

 

Se trata de la más amplia mayoría política jamás alcanzada por un primer ministro. Sólo la Liga del Norte (ex socios de Berlusconi) y la Italia de los Valores del juez anticorrupción Antonio di Pietro están en una oposición abierta, por razones disímiles. Y desde luego los trabajadores organizados que comienzan a levantar la cabeza: la CGIL, la confederazione generale italiana del lavoro, anuncia una huelga general. Los otros sindicatos, más tibios, comienzan a inquietarse.

 

Sintiendo venir vientos de tormenta, Mario Monti amenaza con dimitir si la reforma de la legislación del trabajo no es aprobada. Curiosamente, Monti estima que su alejamiento del poder se traduciría por una pérdida de confianza de los mercados, lo que dificultaría la refinanciación de la gigantesca deuda pública italiana. Esta alcanza la extraordinaria cifra de 1,9 billones de euros (120% del PIB italiano), cuando el total de recursos del MEE (mecanismo europeo de estabilidad) no llega al billón de euros para “ayudar” a Grecia, a España, a Portugal, a Irlanda y los que sigan llegando.

 

Mario Monti inspira “confianza” porque posee un currículo de sueño para los autócratas: en 1995 fue nombrado Comisario europeo del Mercado Interno, y en 1999 Comisario europeo de la Libre Competencia, por… Silvio Berlusconi. Monti abandonó sus altas funciones en el 2005, año en que fue contratado por… Goldman Sachs, el banco que falsificó las cuentas públicas de Grecia (desde sus altos cargos en la Unión Europea Mario Monti no vio nada, o estaba mirando para el otro lado). Del 2009 al 2010 le nombran miembro del Grupo de reflexión sobre Europa presidido por… Felipe González. Finalmente, en noviembre de 2011, ¿pura coincidencia?, el presidente italiano Giorgio Napolitano lo nombró… ¡senador vitalicio!

 

¡Gracias a lo cual llegó a la presidencia del Consejo de Ministros de Italia sin haber ganado jamás una elección!

Entretanto, la tasa de desempleo de los jóvenes es superior al 30%. Poco importa: los apetitos de Mario Monti y las ambiciones de los partidos políticos parasitarios siguen aumentando. ¡Pobre Italia!

 

Louis Casado

Editor de Politika

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TRES FAMILIAS CHILENAS EN FORBES

NO SON SOLO CIFRAS – SON SUFRIMIENTOS Y DOLORES QUE AFECTAN A MILLONES DE CHILENOS. 

PODEROSA RAZON PARA EXIGIR ASAMBLEA CONSTITUYENTE.

12 de Marzo de 2012

¿Por qué hay tres familias chilenas que están entre las 100 mayores fortunas del mundo?

Gonzalo Durán y Marco Kremerman

Economistas de la Fundación SOL

http://www.fundacionsol.cl

Recientemente apareció el ranking Forbes 2012 sobre las principales fortunas a nivel mundial. Tres familias chilenas, Luksic, Matte y Paulmann, aparecen dentro del Top 100, lo que permitió que nuestro país se ubique en el noveno lugar entre las naciones que más multimillonarios tienen en este selecto grupo. Sólo somos superados por Estados Unidos, Rusia, Alemania, Brasil, Francia, Hong Kong, India y México.

Llama la atención que países más grandes en población o que duplican o triplican nuestro PIB per cápita tengan menos multimillonarios que Chile en el Top 100. Tal es el caso de Reino Unido, Canadá, Australia, Japón, Noruega, Dinamarca, Holanda, España, Corea del Sur, China y otros.

También resulta particular que aparezca un presidente de la república como Sebastián Piñera, en el lugar 521° del ranking, ya que no es tan usual encontrar en este listado mandatarios de Estado.

Las cinco familias chilenas que aparecen en el listado completo de Forbes (Luksic, Matte, Paulmann, Piñera y Angelini) acumulan un patrimonio que supera los US$ 40.000 millones, vale decir, cerca de 20% del PIB nacional y todo lo que recaudamos vía impuestos.

Las recientes movilizaciones no responden a meras rabietas, ni indignación adolescente, sino que se trata de un cuestionamiento al modelo económico que Chile ha adoptado en los últimos 30 años y que ha generado un crecimiento de suma cero, donde muy pocos se han enriquecido a costa del trabajo y el sacrificio de muchos. Así, mientras los de abajo avanzan un peldaño, los de arriba avanzan 100 y nos piden que con ello debemos concluir que “todos” hemos mejorado.

Por tanto, surge la siguiente pregunta: ¿Por qué hay tres familias chilenas entre las 100 mayores fortunas del mundo?

Una primera aproximación de carácter general para contestar esta pregunta, tiene que ver con nuestros históricos, graves y vergonzosos niveles de desigualdad. Precisamente países como Noruega, Dinamarca, Japón, Holanda o Canadá se sitúan dentro de los 20 países menos desiguales del mundo en materia de ingresos, de acuerdo al coeficiente de Gini. En cambio, nosotros estamos en la lista de los países con peor distribución del ingreso junto a las naciones africanas y centroamericanas más pobres.

Bueno y entonces ¿por qué somos tan desiguales? Sin duda, la respuesta de esta pregunta forma parte de la razón central detrás del malestar, las actuales movilizaciones y del descrédito que sufre nuestro sistema político.

No se trata de cuestionar la prosperidad y el crecimiento, sino que revelarse ante el hecho de que en un mismo país algunas familias acumulen tanta riqueza, mientras el 80% de los hogares chilenos vive con menos de $820 mil al mes (y más de la mitad con menos de $450.000). Y en Chile, que una familia promedio de cuatro personas viva con menos de $820 mil mensuales, en términos prácticos significa endeudarse, postergarse o simplemente realizar una serie de malabares para “parar la olla”.

¿Y por qué han acumulado tanta riqueza estas familias? Simplemente, porque definieron el nivel de ganancias que querían obtener y el país se estructuró, principalmente bajo la Dictadura Militar y los Gobiernos de la Concertación, para que las leyes e instituciones permitan que ese nivel de ganancias no se vea amenazado a través de los siguientes enclaves:

1)    Un sistema de AFP que con el dinero de todos los trabajadores inyectó recursos frescos para capitalizar sus empresas.

2)    Un sistema Tributario que les permite pagar menos impuestos en términos relativos que trabajadores de clase media, a través de un set de créditos y exenciones.

3)    Un Modelo de Relaciones Laborales hecho a la medida, para que los trabajadores no tengan el poder para disputar el reparto de utilidades, llevando la negociación al espacio de la empresa y contraviniendo las normas internacionales en materia de huelga.

4)    Privatización de los servicios públicos y perdonazos a la Banca.

5)    Privatización de la explotación de recursos naturales como el Cobre (y muy luego el Litio).

6)    Un Sistema Binominal que permite mantener el status quo.

Nuestras 3 familias Top 100 Forbes y otras tantas que constituyen los principales grupos económicos del país, para asegurarse de que su nivel de ganancias sea máximo, fijan los salarios de los gerentes y directores que cuidan y administran sus empresas en valores estratosféricos, pero como necesitan minimizar costos:

  • Pagan bajos salarios a los demás trabajadores, comprometiendo su reproducción y la posibilidad de tener un buen vivir, aprovechando de que tienen nula o escasa fuerza para negociar un salario mayor. (Según encuesta ENETS, 76% trabajadores en Chile gana menos de $350 mil, lo que equivale al salario ético ajustado por IPC propuesto por el Obispo Goic y según datos Dirección del Trabajo menos del 5% negocia colectivamente cada año).
  • Colocan duras condiciones a las miles de pequeñas empresas proveedoras que forman parte de las cadenas de negocios que sus compañías lideran.
  • Amparado por los beneficios y resquicios que les proporciona el Sistema Tributario, pagan un bajo nivel de impuestos y con ello nos han impedido asegurar el derecho universal a una educación y salud gratuita y de calidad.

Esta trenza institucional y cultural es la que tiene tan mal al país. Por lo mismo las recientes movilizaciones no responden a meras rabietas, ni indignación adolescente, sino que se trata de un cuestionamiento al modelo económico que Chile ha adoptado en los últimos 30 años y que ha generado un crecimiento de suma cero, donde muy pocos se han enriquecido a costa del trabajo y el sacrificio de muchos. Así, mientras los de abajo avanzan un peldaño, los de arriba avanzan 100 y nos piden que con ello debemos concluir que “todos” hemos mejorado.

Quizás ahora podemos entender de mejor manera, por qué un país pequeño y de ingresos medios como Chile, tiene tres familias entre las 100 mayores fortunas del mundo.

EL IMPERIO (Europa)


http://lacartadelabolsa.com/archivo/seccion/10/Opini%C3%B3n

http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/el_imperio

El Imperio

Santiago Niño Becerra -  Lunes, 12 de Diciembre 2011

‘¿Hacia qué está evolucionando Europa?’, me preguntaron hace un par de días. ‘Hacia un imperio’ respondí sin dudar. La famosa carta de Frau Merkel y M. Sarkozy a Mr. Van Rompuy unos días antes de la cumbre es ya toda una declaración de intenciones en ese sentido. ‘¿Y eso es bueno o malo?’, inquirió mi interlocutor. ‘Es inevitable’, respondí.

En los últimos dos mil años esta es la cuarta vez que Europa se une en algo que se halle más allá de un mosaico de tribus, principados y reinos o países. La primera fue con el Imperio Romano, una estructura que, masacres al margen, funcionó muy bien. La segunda fue con el Imperio Carolingio, que al contar con bastantes menos medios que Roma y dirigido como estaba por un personaje eminentemente práctico, se centró en lo esencial y, al margen de hechos que hoy nos pueden parecer aberrantes, funcionó aceptablemente bien; lástima que los hijos de Carlomagno no estuviesen a la altura de las circunstancias.

Hasta la tercera ocasión en que Europa estuvo unida de algún modo hubo que esperar la friolera de mil años: el Imperio Napoleónico. En esta ocasión las cosas estaban mucho más claras que en las dos anteriores porque detrás había un proyecto económico, social, cultural, político, monetario y jurídico extraordinariamente bien elaborado, muy sólido, vaya. El problema residió que M. Bonaparte subvaloró el poder conjunto de quienes tenía enfrente: alguiénes que estaban defendiendo su supervivencia y que no querían acabar como Luis XVI. En términos de lograr una unión europea, fue una lástima que el proyecto napoleónico no triunfara: se habrían ahorrado cuatro guerras intraeuropeas, un montón de conflictos nacionales, y la unión de Europa se hubiese completado siglo y medio antes, o más, pero no fue porque la dinámica histórica no era propicia para que fuese.

Y llegamos al cuarto intento. De entrada este es muy diferente a los anteriores: nadie ha invadido a nadie, nadie ha dominado a nadie; aunque, ¿es así?. En 1957, tras decenas de millones de muertos, cincuenta millones de desplazados, destrucciones y miserias recientísimas, seis países europeos deciden hacer algo juntos (ya se empezó mal: Italia fue metida en el grupo por conveniencias político-estratégicas, pero nunca debió haber estado ahí porque su economía no justificaba que estuviese). Y ese acuerdo fue a más hasta llegar a lo que hoy es: la UE 27. Pero la cosa tiene truco, y trampa. El truco ha radicado en que durante todos estos años ha habido para todos porque todo-iba-a-más; cierto, unos han sacado mucho más que otros pero todos han sacado mucho: había margen ilimitado -se supuso, se quiso creer- para crecer. La trampa estuvo en que cada uno de los miembros del club fuese a su puta bola, incluso se fomentó, ¡era genial!: libertad en las decisiones, y como se crecía, y crecía, y crecía … el PIB lo soporta todo, como el papel. Pero cuando ese recorrido se agotó …

Ha llegado el Imperio. La carta del año es toda una declaración de intenciones. No vamos a comentarla porque la conocerán de sobra, vayamos más allá. LA carta, lo que en el fondo es, es un conjunto de normas de comportamiento por las que los países pierden toda brizna de soberanía si sus actuaciones individuales van a representar algo malo o peligroso para el conjunto, es decir, lo importante es lo que representa el grupo de Estados que forman el área euro o como-se-quiera-llamar, no lo que le suceda a cada uno de los Estados. Es una filosofía muy colectiva, el futuro va por ahí: el todo es mayor que la suma de sus partes, ya, ya, pero tengamos claro que eso supone perder la individualidad, la autonomía, el ser como Estado.

Y claro, se ha ido por el lado económico porque es el lógico, y el proceso se ha puesto en marcha ahora: en plena crisis, porque también es lógico: la antigua forma de hacer: ir cada uno a su puta bola está agotada, y es en momentos de descalabro y pavor cuando el pueblo acepta lo que sea con tal de tener acceso a un mendrugo de pan duro.

¿El núcleo duro?, ¿las dos velocidades?. Es el camino, de nuevo, lógico. Todos no pueden estar en el mismo subgrupo porque todos no están igual de bien, o de mal, que para el caso … El tema está en quien estará en el primer vagón. ¿Volverá a hacerse lo que se hizo cuando se creó el euro: meter en el a quienes no debían estar?, los PIIGS, sí, ¿o se seleccionará escrupulosamente a quien se deja entrar y a quién no?. Pienso que se seleccionará, pero el examen será muy fácil, aunque entrar supondrá firmar con sangre un contrato por el que quien entre se compromete a TODO lo que fijen todos a fin de no fastidiar con su proceder a esos todos. (Ya, ya sabemos quienes están detrás de esos todos: los que tienen la pasta).

Una vez se haya firmado ese papel será como lo que sucedía cuando un nuevo territorio era anexionado a un Imperio: nada podía deshacer ese vínculo, absolutamente nada. Las normas del Imperio eran las del territorio (en eso los más listos fueron los Romanos: convertían en Dioses del Imperio a los Dioses de los territorios anexionados, y el único caso en que no lo hicieron fue con Judea: era un territorio monoteísta que no aceptaba el carácter divido del emperador), por lo que había uniformidad, y unión, y comunicación, y participación. (A Napoleón le faltó Internet).

Un grupo, o consejo, o comité, o el nombre con el que sea bautizado, va fijar unos parámetros y los Gobiernos de los miembros van a tener que hacer lo que sea para cumplirlos, tenga las consecuencias que tenga para la población de ese miembro, efectivamente: se empobrezca lo que se empobrezca esa población, sí. Todo sea por el Imperio ya que nada es posible fuera del Imperio, porque sólo en el Imperio es posible lograr la optimización de unos recursos que son escasos.

¿Qué eso no es democrático?, bueno, no hay alternativa: es inevitable porque inevitable es la escasez en la que ya nos hemos instalado. Es el “Blood, toil, tears and sweat” que Churchill hizo famoso, porque es inevitable, pero es feo porque elimina la capacidad de elegir, que ya es ficticia, sí, pero que no gusta que alguien te la quite … aunque le hayas votado, perdón, aclamado previamente.

Ensáyenlo porque van a tener que gritarlo mucho en el futuro: ¡Viva el Imperio!.

(¿Un ejemplo de esto?. Según nos cuentan todo el mundo está encantado con las medidas que el Gobierno español electo va a tomar en España. Resulta que el Sr. Mariano Rajoy ha explicado a un montón de personas lo que su Gobierno va a hacer en España, pero a los españoles de a pie no nos ha contado ni media palabra. ¡Y eso que su Partido fue aclamado en democracia!. Bien, pues eso es el Imperio: sus zonas, más las periféricas, informan al poder de lo que van a hacer tras haber recibido instrucciones previas; sus gobernantes, a modo de procónsules, efectivamente. El pueblo lo ha querido así en la búsqueda de un salvador, y nada pregunta porque sabe lo terrible que va a ser lo que va a venir. ¡Viva el Imperio!).

 

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.


A PUNTO DE ESTALLAR

http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/punto/estallar/elpepueconeg/20110925elpneglse_2/Tes

ALEJANDRO BOLAÑOS  25/09/2011

Una peculiar cuenta atrás atruena en los mercados financieros desde agosto. Y esta semana, la asamblea del Fondo Monetario Internacional devolvió el eco, multiplicado. La cita, que reúne la mayor concentración de responsables de política económica del mundo, tuvo un efecto paradójico: solo fue capaz de constatar que el tiempo se escapa entre los dedos de los responsables políticos. La "sensación de urgencia" que quiso instalar la nueva directora gerente del FMI, Christine Lagarde, se convirtió en un ejercicio de impotencia. "El tiempo se agota", fue la salmodia de los expertos del Fondo. Todos los ojos se dirigen a Europa, donde la crisis financiera se ha vuelto a hacer fuerte. Cada vez son más los que creen que ya es demasiado tarde. Que el envite -una reforma radical de la estructura de la zona euro- es demasiado grande para ser resuelto por los actuales dirigentes europeos. Con el grifo del crédito ya medio cerrado, la recaída está a la vuelta de la esquina.

 

"Lo que tenemos en Europa es una crisis bancaria que puede generar un credit crunch ", advierte Guillermo Calvo, de la Universidad de Columbia, en Nueva York. "En el mejor de los casos, se le va a dar a Grecia la medicina para que siga pagando su deuda en el corto plazo y se hará lo necesario para que no quiebren los bancos. Pero eso no va a evitar el credit crunch, lo que va a tener un impacto severo en el crecimiento europeo y también, muy posiblemente, en el de Estados Unidos. La probabilidad de una recaída importante del PIB en Europa y Estados Unidos no se puede descartar", apunta.

El escenario descrito por el profesor no es, ni mucho menos, el peor de los manejados. Varios de los expertos consultados (y es una opinión creciente en todo tipo de foros especializados) creen que el retraso en la toma de decisiones en la UE hace casi imposible evitar la suspensión de pagos en Grecia. Y que los problemas de las autoridades europeas para dar competencias más ambiciosas al fondo de rescate y al Banco Central Europeo dificultarán frenar el contagio a otras economías y al sistema bancario europeo.

"La crisis no se ha gestionado bien; va de mal en peor. Hagan lo que hagan los Gobiernos ya, Grecia y Portugal entrarán en suspensión de pagos. Quizá España e Italia también. Eso no puede gestionarse de manera voluntaria y ordenada y el resultado será quiebras bancarias", sostiene Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra, que no deja pasar la ocasión de atizar a la propuesta comunitaria de que los bancos con títulos griegos asuman una quita de la deuda. "Hay un riesgo claro de que la crisis de la deuda pública se vaya de las manos", corrobora Paul de Grauwe, de la Universidad de Lovaina.

La serpiente de la crisis financiera muda de piel cada cierto tiempo, pero se mantiene viva cuatro años después. En algunos momentos, como el arranque de 2010 o de 2011, su carga tóxica pareció menguar. Entonces, algunos países avanzados (en ningún caso España) aceleraron el crecimiento, dejaron atrás el mal sueño de la Gran Recesión. Fue un espejismo. Las dificultades de varios países europeos (Grecia, Irlanda, Portugal) para hacer frente al pago de la deuda pública dispararon las dudas de los inversores. La lenta reacción de la UE hizo el resto. La desconfianza elevó el coste de esa deuda, y eso, junto al efecto de los planes de ajuste en las perspectivas de crecimiento, retroalimentó las dudas de los inversores en una espiral que los planes de rescate de la UE a estos tres países no fueron capaces de cortar.

La crisis de deuda pública en varios países periféricos de la zona euro se manifestó cuando varias economías occidentales apenas habían empezado a digerir los excesos de la deuda privada, origen de las primeras turbulencias financieras en 2007. Y ambos problemas lastran las cuentas de los bancos, catalizadores de esta crisis. El balance es que, pese a los estímulos fiscales con que los Gobiernos del G-20 combatieron la recesión, las inyecciones de fondos públicos a las entidades financieras y la avalancha de liquidez suministrada por los bancos centrales, el peso de la deuda acogota a los bancos. Una vía de agua que no ha hecho más que crecer desde este verano, disparando la exigencia de nuevas recapitalizaciones en las entidades europeas para afrontar la pérdida de valor de sus activos, ya sean títulos de deuda o créditos con más opciones de caer en morosidad por la falta de crecimiento económico. Por no hablar del agujero inmobiliario.

"Inicialmente, la crisis bancaria arrastró a una situación muy complicada a las cuentas públicas. Ahora, es la deuda pública la que arrastra a la banca", resume Vicente Pallardó, del Instituto de Economía Internacional de Valencia. Pallardó establece un vínculo entre los temores de los mercados ante la crisis europea de deuda pública y las malas perspectivas económicas. "El impacto sobre la banca europea de los posibles impagos puede ser muy duro. ¿Recapitalizar más y más rápido? Está bien, pero ¿qué pasa con el crédito? No olvidemos que cuando la banca hace esos aumentos de capital y liquidez por precaución, eso implica menos crédito a pequeñas y mediana empresas y a las familias. No parece que vayamos sobrados en esto".

Pallardó rememora el antecedente de la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, cuando la crisis financiera alcanzó su máximo poder destructivo, una comparación recurrente en estos días. Recalca que el FMI no ha constatado avance alguno en los desequilibrios entre los países que gastan, importan y se endeudan (EE UU es el mayor ejemplo) y los que ahorran, exportan y prestan (China). "Si se suma a ello que tampoco hay cambios en los desequilibrios que afectan a los mercados de materias primas, y que otras causas estructurales de la crisis no se han resuelto, no es de extrañar que dé la sensación de que estamos volviendo a 2008".

El FMI ha acumulado mensajes contradictorios en los últimos días, un signo de la ansiedad del vigilante de la estabilidad económica mundial, como le rebautizó el G-20. Aquí pesa también el precedente de 2007, cuando el Fondo no vio venir el impacto que iba a tener la crisis financiera. Pero si los expertos del Fondo tenían una idea clara, era que había que meter presión a los políticos. Y, singularmente, a la UE. "Hay una sensación generalizada de que los políticos europeos van un paso detrás de los mercados", proclamó el martes Olivier Blanchard, jefe del departamento económico del Fondo. "Les diría que dejen de combatir los síntomas y se centren en las causas profundas", siguió el miércoles el jefe del departamento financiero, José Viñals.

Un gráfico, sencillo para lo que suele gastar el FMI, sintetizaba la aproximación del Fondo a la cuestión. Si la crisis comenzó siendo de deuda privada, luego se propagó a los bancos y pasó después a las cuentas públicas, ahora ha vuelto a mudar de piel para convertirse en una crisis política.

El mensaje se ha adobado con elevadas dosis de dramatismo, un broche razonable para otro verano dominado por el temor, una expresión repetida hasta la saciedad por políticos, analistas de mercados, expertos económicos y medios de comunicación en las últimas semanas. "Hay miedo a lo desconocido". La frase, más propia de una película de terror de serie B, se recoge en el análisis que abre el informe de Perspectivas Económicas Mundiales del FMI. El Fondo ha llegado a la conclusión de que para despejar los miedos de los mercados, hay que meter presión a los políticos para que actúen. Y que la mejor manera es... con más miedo.

La secuencia recuerda a algunas de las descritas con prolijidad por la periodista canadiense Naomi Klein, que glosó el nacimiento de los movimientos contra la globalización capitalista, en el libro La Doctrina del Shock. El desastre, recuerda Klein, es un evento muy conveniente para acelerar cambios que llevan años bloqueados por la resistencia social y política. La periodista utiliza la teoría para explicar cómo se impusieron algunas recetas que tilda de neoliberales al calor de convulsiones políticas o económicas. No está tan claro que aquí sea el caso: en las recetas que se proponen para salir del atolladero conviven el recorte del sector público, el uso de fondos estatales en auxilio de la banca, más impuestos a los ricos o a las entidades financieras o una mayor integración fiscal de la zona euro. Lo que sí es cierto, es que unas van más rápidas que otras.

"Lo que ha hecho estos días el FMI es de pirómano, y ellos deberían comportarse como bomberos prudentes. Hay cierto efecto Roubini [por Nouriel Roubini, que anticipó la crisis financiera]; nadie quiere que le acusen de no haber avisado. Pero a mí me enseñaron hace mucho que cuando detectas un problema debes aportar soluciones o te conviertes en parte del problema", critica José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "La situación es seria, pero los mercados financieros tienden a exagerar mucho", matiza Stephany Griffith-Jones, coautora del libro Un tiempo para la mano visible junto al Nobel Joseph Stiglitz y al profesor José Antonio Ocampo.

Al reclamo del Fondo, escoltado por nuevos tropiezos en las Bolsas, la presión sobre los líderes europeos se ha redoblado. El primer ministro británico, David Cameron, en un gesto poco apreciado por sus colegas de la UE, abanderó una carta abierta de siete países del G-20 para exigir a la zona euro que resuelva ya sus problemas. El secretario del Tesoro de EE UU, Timothy Geithner, aseguraba, cada vez que se la acercaba un micrófono, que los europeos estaban a punto de multiplicar la potencia del fondo de rescates, algo que negaban los dirigentes de la UE una y otra vez. El ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, aquel que se mostró sorprendido por la codicia de los bancos de inversión estadounidenses tras haberlos dejado campar por sus respetos, daba "semanas" a la suspensión de pagos en Grecia. El ministro de Economía brasileño, Guido Mantega, que había prometido un gesto de respaldo de los gigantes emergentes, se limitó a lanzar una frase redonda y venenosa -"Europa es el epicentro de la crisis"- y a reclamar medidas "rápidas y osadas" para evitar el contagio.

Los dirigentes europeos capearon el chaparrón como pudieron, sin atisbos de cambiar su precaria hoja de ruta, tan complicada de consensuar. Porque más allá del tono, hay razones fundadas para temer otra recaída. Porque desde julio, justo cuando la UE creía haber encontrado una vía para solucionar la situación de Grecia, los mercados volvieron sus ojos sobre España, Italia y Bélgica, dando otra dimensión a la crisis. La deuda pública sometida a la presión de los inversores suma ya casi el 60% de la que emite la zona euro. Las malas perspectivas de crecimiento de la eurozona, las enormes dificultades de Grecia (y, en menor medida de Portugal) y los titubeos de Italia para hacer un plan de consolidación fiscal creíble -la agencia S&P rebajó la calificación de la deuda italiana arguyendo la "debilidad política" del Gobierno de Berlusconi- han complicado la ecuación de tal manera, que solo la intervención del BCE en el último minuto ha permitido salvar la situación.

En lo que va de año, la cotización de los bancos europeos ha caído un 40%; los fondos monetarios estadounidenses, una fuente de financiación esencial para varios gigantes financieros continentales, ha reducido a mínimos históricos su exposición a las entidades europeas; y el Fondo, en una polémica estimación, cree que las pérdidas potenciales por la devaluación de títulos de deuda pública ronda los 300.000 millones de euros, un boquete en los balances bancarios que apremia la recapitalización.

Para no ahogarse en la tormenta, la UE se agarra a la tabla del acuerdo alcanzado, con mucha dificultad, en julio, para ampliar las competencias del fondo de rescates. Y aprieta las tuercas a Grecia para que prosiga con los ajustes, antes de liberar otro tramo del crédito fijado en el primer plan de ayuda y dar paso a la segunda fase. No quiere que ningún debate le desvíe de conseguir esos dos objetivos, al alcance de la mano.

"Aunque finalmente caiga Grecia, la crisis no tiene por qué irse de las manos. Solo ocurriría así si no logran controlar los mercados de la deuda italiana y española", dice Francisco Alcalá, catedrático de Economía de la Universidad de Murcia. "Para evitarlo, habría que dejar claro que el problema de Italia y España sería de liquidez, no de solvencia; propiciar que el BCE declare abiertamente el compromiso firme de estabilizar los mercados de deuda de los países con problemas de iliquidez; y preparar medidas que eviten un posible colapso del sistema bancario", enumera. "El único que tiene recursos ilimitados e inmediatos para despejar todas las dudas es el BCE", concede Alcalá.

La exigencia de un nuevo mandato para el BCE que le permita respaldar al euro como hacen la Reserva Federal con el dólar o el Banco de Inglaterra con la libra, es común a varios expertos. "El fondo de rescate [que podrá prestar hasta 440.000 millones] es demasiado pequeño para afrontar el riesgo añadido de España e Italia. Se necesitaría una reserva de tres billones al menos, y ningún Gobierno puede con eso. La única manera de evitar la crisis es que el BCE garantice toda la deuda pública europea. Cuanto más esperemos, más profunda será la crisis. Y la recesión", avisa Wyplosz. "El fondo de rescates nunca funcionará bien. Solo puede intervenir por unanimidad de todos los países y es demasiado pequeño. El BCE debe dejar atrás los dogmatismos y anunciar que va a intervenir en los mercados permanentemente", corea De Grauwe.

Un paso así, que requiere en paralelo una abrupta integración fiscal, no parece cosa de días. Menos aún, cuando hay una oposición en varios países, especialmente de Alemania. "El problema no es tanto que los políticos no sean conscientes de lo que se juegan, sino que los electorados del centro y el norte de Europa no admiten más consideración con el sur. Hace muchos meses que se les debería estar explicando el enorme coste que tendrá para ellos una posible ruptura del euro y quién sabe si, con él, del proyecto europeo", explica Pallardó. Con esa perspectiva, los líderes alemanes, holandeses o nórdicos necesitan mucho tiempo para convencerse y convencer a su electorado de decisiones tan drásticas. Y no está nada claro que los mercados vayan a concedérselo.

"No estamos en regímenes napoléonicos en los que se chasquea los dedos para hacer reformas, estamos en democracias parlamentarias, que tienen otros procesos", recalcó la directora gerente del FMI, en otra de esas contradicciones tan frecuentes en los últimos días. "Es curioso como la presión se ha concentrado de forma exclusiva en los líderes políticos europeos, que desde luego, podrían hacer mucho más", recoge el guante Stephany Griffith-Jones. "Hay otra vez silencio sobre la responsabilidad de los mercados financieros y los bancos en la crisis de la eurozona. ¿Qué pueden hacer para resolver la situación? ¿Cómo pueden ayudar a los Gobiernos a suministrar crédito? ¿O deberían ser regulados de forma radical para que dejen de hacer tanto daño a la economía en el futuro?"

Una pregunta similar se lanzó desde la sala de prensa a los expertos del FMI. "Exigen a los políticos que pongan más de su parte, ¿creen que los bancos han hecho su parte?". La respuesta llevó decenas de palabras. Pero, en síntesis, no hubo respuesta.

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La quiebra de Lehman Brothers, en el retrovisor

"Mucha gente dice que no lo vio venir en 2008, pero ahora no hay excusa". El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, afloró en Washington una pregunta recurrente entre los políticos, los inversores, los analistas y la prensa especializada: ¿esta crisis financiera es ya comparable a la que explotó tras la quiebra de Lehman Brothers?

"La reacción de los mercados no ha sido tan intensa ni tan generalizada como fue después de aquel evento". Es la respuesta del equipo técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI), que profundiza en la comparación en el informe de Estabilidad Financiera, presentado esta semana. Pero casi, cabría añadir a la vista de algunos de los resultados: "Durante dos semanas del pasado mes de agosto, la riqueza de los mercados bursátiles globales descendió en 7,3 billones de dólares. En las dos semanas que siguieron a la quiebra de Lehman Brothers [en septiembre de 2008] la pérdida fue de 11 billones".

"La percepción del riesgo entre los inversores es ahora mayor en el caso de la banca y la deuda pública europeas", prosigue el estudio, que basa su conclusión en el precio de los credit default swaps o seguros de impago de deuda, un mercado opaco y poco líquido. Otros indicios de la tensión en los mercados financieros son más obvios como la evolución de los principales indicadores bursátiles europeos (en mínimos desde principios de 2009) o el hecho de que los tipos de interés de los títulos de deuda pública más estables (los estadounidenses o alemanes) estén tan bajos (por su elevada demanda) que no compensan siquiera la inflación.

También hay que retrotraerse a abril de 2009 para encontrar tanta presión en el mercado interbancario europeo como ahora (el coste al que se prestan los bancos entre sí a corto plazo). La respuesta, en suma, es poco esperanzadora para los próximos meses. Las tensiones financieras se acercan a las que se produjeron en 2008 y entonces eso derivó en un estrangulamiento del crédito a la economía real, y en último término, en la Gran Recesión. Sin llegar a aquellos extremos, los técnicos del FMI estiman que hay un 40% de probabilidades de que la economía estadounidense, que suele anticipar la contracción en los países avanzados, entre en recesión en el último trimestre de 2011.

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Una recuperación abortada antes de despegar

Entre 2008 y 2010, el FMI cometió errores de bulto al anticipar cuál sería el comportamiento de la economía española en plena tormenta financiera. Según la escuela de negocios Esade, ningún analista, nacional o extranjero, público o privado, que evalúe de forma regular la coyuntura española se equivocó tanto como los expertos del Fondo, con la excepción de otro organismo internacional, la OCDE. Pero esta vez, todo hace indicar que su sombrío pronóstico es certero: las últimas revisiones de otros analistas se acercan a su vaticinio, cuando no lo empeoran. Justo al contrario que el año pasado, cuando la referencia en los últimos meses fue el pronóstico del Gobierno, entre los más optimistas.

"Sólo el buen comportamiento de nuestras exportaciones de bienes, con un crecimiento del 20% anual y del turismo evitaron que España entrara en recesión", recalca José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, al evocar el inicio de la crisis de deuda pública, que culminó con el primer plan de rescate a Grecia, en mayo de 2010. Ahora el encarecimiento de la financiación para bancos, Gobiernos y empresas de los países más cuestionados por los mercados, España entre ellos, vuelve a ser notable. Y, lo que es peor, con el enfriamiento de buena parte de las economías avanzadas, "las perspectivas del comercio mundial son preocupantes", en palabras de Díez. El único asidero a la recuperación es cada vez más resbaladizo. En el último año y medio, el tono de la recuperación de la economía española ha dependido, casi en exclusiva, del sector exterior, que escapa a la crítica recurrente sobre la baja productividad y los altos precios. Con el consumo estancado, la inversión lastrada por el ladrillo y el gasto público en retirada, el crecimiento se mide por los avances de las exportaciones, lo que simplifica el pronóstico. La ralentización de la zona euro, destino del 55% de las ventas españolas, ya se dejó notar en la exportación de mercancías en el segundo trimestre.

Entre abril y junio, la economía española apenas creció un 0,16% respecto al trimestre anterior, lo que deja la variación interanual en la primera mitad del año en un escaso 0,8%. Las predicciones que desveló esta semana el Fondo Monetario Internacional anticipan que el crecimiento anual para el conjunto de 2011 no pasará de ahí. Y que en 2012 el avance no será mucho mayor (1,1%).

El Gobierno, que no ha tocado sus previsiones desde abril y no tiene intención de hacerlo en lo poco que queda de legislatura, sostiene aún que la economía española crecerá un 2,3%. Para los analistas privados, que sí incorporan los datos más recientes, el dictamen es claro: lo que viene es un frenazo en seco de la recuperación.

A principios de mes, la Fundación de Cajas de Ahorro ya limitó al 1% su previsión de crecimiento para 2012, en línea con lo que luego haría el FMI. El servicio de estudios de BBVA advirtió entonces que el avance trimestral entre julio y septiembre no pasaría del 0,1%, pero era algo más optimista para el próximo año. Este jueves, en una revisión "extraordinaria" de sus previsiones a la vista de las turbulencias financieras, se apuntó también al 1% para 2012. Y lo mismo hicieron los expertos de Barclays Capital, tras revisar a la baja su estimación.

Además de una desaceleración de las exportaciones, el nuevo escenario se apoya en un descenso del consumo público, reflejo del mayor ajuste presupuestario que tendrán que hacer las Administraciones ante la debilidad del crecimiento y, por tanto, de los ingresos. Un claro ejemplo de una peligrosa espiral (menos crecimiento, más consolidación fiscal, menos crecimiento...) que se retroalimenta.

El corolario de este cortocircuito en la recuperación es que deja sin margen al mercado laboral para crear empleos. Y que el enorme volumen de paro acumulado durante la crisis financiera será casi imposible de reducir en los próximos meses. El servicio de estudios de BBVA cree que la tasa de desempleo se mantendrá cerca del 21% éste y el próximo año. O lo que es lo mismo, que la sociedad española tendrá unos cinco millones de personas en paro hasta bien entrado 2012.

LA METAFORA DEL CUARTO DE BAÑO

Por Isaac Asimov

Triple A = Ay, Ay, Ay…

Escribe Luis Casado – 02/08/2011

 

Los países del primer mundo están cada día más acojonados con el cuento de la nota Triple-A, o AAA según se prefiera.

 

Las agencias de calificación de deuda, esos rufianes con patente de corso cuya principal característica es equivocarse siempre, -salvo cuando se trata de ganar plata especulando y cometiendo tropelías ligadas a los conflictos de interés-, amenazan un día sí y el otro también con rebajar la nota de la deuda soberana (pública) de tal o cual país. La consecuencia es de una sencillez bíblica: una nota más baja significa que dicho país representa un “riesgo” mayor, y por consiguiente debe pagar tasas de interés más altas para financiar su deuda. Grecia, por ejemplo, no logrará pagarla nunca y por el contrario verá aumentar el monto de lo adeudado año tras año.

 

Que Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s no tienen ninguna credibilidad no lo digo sólo yo. El 9 de agosto, Kent Moors, cronista de la conocida consultora financiera Money Morning,  comentó la rebaja de la nota de los EEUU del modo siguiente:

 

“Jack Bogle, el legendario fundador y ex presidente del Vanguard Group, llama a Standard & Poor’s  ‘la banda de cuatreros que no logra disparar correctamente’. Creo que es un buen modo de caracterizar una desgracia disfrazada de agencia de calificación. Vea Ud., estos son los mismos tipos  cuya ‘opinión’ fue regularmente descartada como risible durante la debacle de las hipotecas subprime. Los mismos matones codiciosos que ganaron mucho dinero adjudicándole notas Triple-A a las obligaciones basadas en hipotecas basura, contribuyendo directamente a la crisis mundial del crédito”.

 

Se ve que Kent Moors no es el tipo de “experto” que pringa las redacciones de la TV y los diarios chilenos. Pero la pretendida infalibilidad de los gurús ya no hace reír a nadie. Christine Lagarde, la procesada por malversación de fondos públicos que sucedió a Dominique Strauss-Kahn en la Dirección del  Fondo Monetario Internacional, pone en duda la solidez de los bancos europeos y precisa que las pérdidas que hay que solventar superan los 200 mil millones de euros. La nada misma. Por si fuese poco, una eventual insolvencia de la deuda soberana de Irlanda, Grecia, Portugal, España, Bélgica e Italia podría desatar efectos catastróficos en Francia y en Alemania. En claro, Christine Lagarde reclama que la banca europea se recapitalice y mientras más pronto mejor.

 

Curiosamente, el 23 de julio una tal Lagarde Christine, entonces ministro de Finanzas de Francia, declaraba a propósito de los test de esfuerzo a los que fueron sometidos los bancos europeos: “Estos buenos resultados traducen la solidez del conjunto del sector bancario francés, y en particular el significativo refuerzo de los fondos propios de los bancos franceses en el curso de los últimos meses así como una controlada exposición a los riesgos de la deuda soberana.

 

Como dice el semanario Le Canard Enchaîné,  los “controlados” riesgos que corría la banca francesa hacen dos meses, ahora son incontrolados. Mejor aún, Lagarde, que hace cinco semanas rechazaba toda intromisión de los Estados en la economía, declara ahora: “La solución más eficiente sería una recapitalización sustancial obligatoria de los bancos europeos, con fondos privados en una primera fase, pero también con fondos públicos si es necesario”. ¿Nacionalizamos los bancos Christine?

 

Jean-Claude Trichet, -presidente del Banco Central Europeo-, se pregunta si Christine Lagarde no perdió algún tornillo y asegura: “La idea que pudiésemos tener un problema de liquidez en Europa es totalmente falsa”.

 

¿A quién creerle? ¿A Christine Lagarde, que dice todo y su contrario? ¿O a Jean-Claude Trichet, que la víspera del crac bursátil de 1986 afirmaba: “la Bolsa tiene un bello avenir delante de ella”? Se trata del mismo Trichet que en los años 1990, como Director del Tesoro, ocultó deliberadamente la catástrofe del Crédit Lyonnais. Un  fiscal requirió 10 años de prisión firme en su contra…

 

Lo peor es que el futuro no pinta muy bien, porque Trichet debiese ser remplazado este año por el ministro de Finanzas de Berlusconi. En mayo de este año los alemanes hicieron saber que no les gustaba la idea de remplazar a Trichet por un “tramposo” italiano… A los alemanes les gustan solo los tramposos alemanes, o en estricto rigor, franceses.

 

Nosotros, el personal, seguimos pagando las habas que se comió el burro.

 

 

Louis Casado

Editor de "Politika" - www.laizquierda.cl

“La Izquierda designa a quienes no admiten ningún derecho a veto por sobre la voluntad del pueblo soberano”.