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Economía con Máximo Kinast

ITALIA: TUTTO A POSTO

 

Escribe Luis Casado – 01/04/2012

 

   

La prensa europea aplaude hasta con las orejas al primer ministro italiano Mario Monti. Tal parece que el sucesor de Berlusconi es una especie de “remedio milagroso” para los males que aquejan a la península. En algo más de cuatro meses la Italia eterna está de regreso, “recuperó su rango en la escena internacional y su credibilidad en los mercados, (…) los inversionistas compran sin temor sus títulos de deuda”. La Unión Europea, los EEUU, China, el Wall Street Journal, el Financial Times y las agencias de calificación de deuda eructan satisfechos. Tutto a posto, dunque. 

 

Pero… ¿Mario Monti es realmente capaz de hacer milagros? ¿Qué es lo que los mercados alaban tanto y con tanto entusiasmo? En la materia, nada nuevo bajo el sol. No es que Italia haya pagado la deuda pública más grande de Europa, que la productividad haya subido como leche al fuego, ni que la evasión fiscal haya sido yugulada, o que la inversión productiva haya crecido, nada de eso.

 

Simplemente Mario Monti, -que le debe su elección como primer ministro a la derecha y a la “izquierda” unidas-, está aplicando con fervor religioso los dogmas del neoliberalismo: una cura de rigor que restringe el gasto público, una reforma de la previsión que prolonga los años de trabajo y baja las pensiones, la eliminación del artículo 18 del Código del Trabajo que impide los despidos abusivos, etc. Eso es lo que aplauden los mercados.

 

En Italia, en donde la alianza del Partido Comunista (1921-1991) y la Democracia Cristiana (1942-1995) tuvo el mérito de hacerlos desaparecer en medio de escándalos de corrupción, Mario Monti ha contado hasta ahora con un apoyo panorámico de las fuerzas políticas presentes en el Parlamento: el Partido Demócrata (fusión de la social-democracia con los social-liberales), el Pueblo de la Libertad (el partido de Berlusconi) y la Unión de Centro (democristianos afiliados al Partido Popular Europeo).

 

Se trata de la más amplia mayoría política jamás alcanzada por un primer ministro. Sólo la Liga del Norte (ex socios de Berlusconi) y la Italia de los Valores del juez anticorrupción Antonio di Pietro están en una oposición abierta, por razones disímiles. Y desde luego los trabajadores organizados que comienzan a levantar la cabeza: la CGIL, la confederazione generale italiana del lavoro, anuncia una huelga general. Los otros sindicatos, más tibios, comienzan a inquietarse.

 

Sintiendo venir vientos de tormenta, Mario Monti amenaza con dimitir si la reforma de la legislación del trabajo no es aprobada. Curiosamente, Monti estima que su alejamiento del poder se traduciría por una pérdida de confianza de los mercados, lo que dificultaría la refinanciación de la gigantesca deuda pública italiana. Esta alcanza la extraordinaria cifra de 1,9 billones de euros (120% del PIB italiano), cuando el total de recursos del MEE (mecanismo europeo de estabilidad) no llega al billón de euros para “ayudar” a Grecia, a España, a Portugal, a Irlanda y los que sigan llegando.

 

Mario Monti inspira “confianza” porque posee un currículo de sueño para los autócratas: en 1995 fue nombrado Comisario europeo del Mercado Interno, y en 1999 Comisario europeo de la Libre Competencia, por… Silvio Berlusconi. Monti abandonó sus altas funciones en el 2005, año en que fue contratado por… Goldman Sachs, el banco que falsificó las cuentas públicas de Grecia (desde sus altos cargos en la Unión Europea Mario Monti no vio nada, o estaba mirando para el otro lado). Del 2009 al 2010 le nombran miembro del Grupo de reflexión sobre Europa presidido por… Felipe González. Finalmente, en noviembre de 2011, ¿pura coincidencia?, el presidente italiano Giorgio Napolitano lo nombró… ¡senador vitalicio!

 

¡Gracias a lo cual llegó a la presidencia del Consejo de Ministros de Italia sin haber ganado jamás una elección!

Entretanto, la tasa de desempleo de los jóvenes es superior al 30%. Poco importa: los apetitos de Mario Monti y las ambiciones de los partidos políticos parasitarios siguen aumentando. ¡Pobre Italia!

 

Louis Casado

Editor de Politika

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