CONFESIONES DE UN SICARIO ECONÓMICO
Confessions of an Economic Hit Man, John Perkins
No se trata de las confesiones de un sicario cualquiera, como estamos a acostumbrados a leer en los diarios. Se trata de las confesiones de un sicario que nunca apretó el gatillo de un arma pero que fue responsable por la miseria o muerte de millones de seres humanos, apretando un gatillo aún más tenebroso: el gatillo económico.
El libro se titula "Confessions of and Economic Hit Man", cuyo título podríamos traducir al español como "Confesiones de un sicario económico", y su contenido refuerza ciento por ciento lo que los críticos del mal llamado "TLC" (Tratado de Libre Comercio) han venido afirmando: Que no es "tratado", ni de "libre comercio", ya que un tratado es un acuerdo entre dos partes iguales. Tampoco es de "libre comercio", sino de "libertad de saqueo". Por medio del mismo los EE. UU. asume el derecho de saquear impunemente nuestras economías.
En su libro, John Perkins, agente encubierto de los servicios de inteligencia norteamericanos que operaba clandestinamente con compañías privadas encargadas de hacer predicciones económicas falsas para que los organismos económicos internacionales dieran préstamos gigantescos a países del Tercer Mundo, a sabiendas de que nunca los podrían pagar para apoderarse así de sus economías, narra su conversión de "sicario económico" a impugnador de un sistema de injusticias que ha robado miles de miles de millones a los países víctimas, entre los cuales, claro está, se encuentra Colombia. Y las víctimas no sólo han sido las economías, sino los millones de personas que en el proceso han visto sus vidas reducidas a la miseria o a la muerte para satisfacer los intereses mezquinos de las grandes corporaciones norteamericanas, o la "corporatocracia", como las llama Perkins.
Y lo más interesante de este libro es que, por primera vez, uno de los arquitectos de la política imperialista norteamericana, llama al imperialismo por su nombre. No se trata de un comunista que pueda ser desacreditado como "propagandista" ni de un académico al que se pueda tildar de "sesgado"; el autor fue reclutado y entrenado por los servicios de inteligencia estadinenses (léase "National Security Agency" o Agencia Nacional de Seguridad, NSA por sus siglas en inglés) para trabajar en una compañía "legítima", sin que nadie supiera para quién trabajaba en verdad. La compañía le pagaba su sueldo y él nada tenía qué ver formalmente con los servicios de inteligencia.
Su misión era muy clara: Expandir el imperio norteamericano por medio de los organismos financieros internacionales, tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y su modus operandi siempre era el mismo: Llegar a países ricos en recursos naturales, tales como Arabia Saudita, Irán, Colombia o Ecuador o a países como Panamá, dueño de una de las vías marítimas más importantes del mundo, hacer proyecciones económicas absolutamente falsas manipulando estadísticas, pasarles las mismas a las entidades prestamistas y dejar al país con deudas imposibles de pagar. Una vez, endeudado el país, las oligarquías criollas, únicas beneficiarias de los "proyectos de desarrollo", ofrecían su país en bandeja de plata a las multinacionales gringas, bajo la presión del gatillo financiero: El país quedaba endeudado hasta el tope, o los EE. UU. se apoderaba de la economía del país a cambio de mantener en el poder a los opresores, como en el caso de Arabia Saudita.
La beneficiadas eran siempre compañías norteamericanas, ya que una las condiciones de los préstamos era que compañías como Betchel o Halliburton recibieran los contratos de construcción de infraestructura o de centrales hidráulicas, etc. De tal manera, el famoso "préstamo" jamás salía de los EE. UU. y los países prestatarios, quedaban pagando unas deudas tan enormes, que hasta el 50% de su presupuesto nacional, como en el caso de Ecuador, tenía que dedicarse a repagar las cuotas de dicha deuda. Pero la cosa no paraba allí al sometimiento económico sobrevenía el sometimiento político y militar.
El relato de Perkins es apasionante, a la vez que es una denuncia brillante, equiparable tan sólo a la que hiciera Phil Agee acerca de la CIA en los años 70. Perkins nos narra detalladamente en este libro cómo fue reclutado por la NSA e instalado como "economista" en una compañía consultora a pesar de que escasamente había estudiado administración de empresas.
Una vez allí, Perkins se lanza en su carrera de "Economic Hit Man" o "EHM" como ellos mismos se llamaban. Y este término de la mafia, "sicario" o "hit man", se lo aplicaban a sí mismos, pues sabían que lo que estaban haciendo era servir de sicarios económicos para las compañías multinacionales.
Perkins es entrenado para servir de "hit man" y es completamente consciente desde el principio que lo que hace es una farsa. Sin embargo, antes de empezar su carrera de sicario económico, es enviado con los "Cuerpos de Paz" al Ecuador, donde sirve por tres años en medio de las mismas comunidades indígenas que años más tarde enfrentarían a las compañías petroleras usurpadoras de tierras y sedientas del oro negro amazónico.
Es allí donde conoce de las labores del "Instituto Lingüístico de Verano" (ILV), cuya misión lingüística en verdad era un parapeto no sólo para el adoctrinamiento religioso y la destrucción de las comunidades indígenas, sino también para alejarlas de sus tierras, ya que los topógrafos las habían identificado como lugares que literalmente flotaban en mares de petróleo.
El ILV sacaba a las comunidades de sus tierras, ofreciéndoles alimentos gratis, a los cuales les añadían laxantes, para después llegar como salvadores a curarlos de sus males.
Y es allí mismo en Ecuador donde la NSA recluta a Perkins a través del vicepresidente de una compañía consultora de Boston llamada "Charles T. Main", que mantenía estrechos lazos con los servicios de inteligencia norteamericanos. Y no sólo es reclutado, sino que también es seducido; el señuelo, una bella mujer que le ofrece sus favores sexuales a la vez que le enseña las funciones de un buen sicario económico: mentir, mentir y mentir.
Los servicios de inteligencia habían estudiado de antemano las debilidades de Perkins: el sexo, la buena vida y el afán de sobresalir, y le ofrecen compensaciones que llenen sus tres necesidades plenamente, con lo cual termina él vendiéndole su alma al diablo.
Sin embargo, en el proceso, algo curioso sucede: Perkins traba amistad con algunos de los habitantes de los países víctimas de su sicariato y empieza a ver la otra cara de la moneda: la pena y el sufrimiento que las políticas económicas norteamericanas están causando en los países del Tercer Mundo.
El imperio más grande del mundo es creado de una manera soterrada, gracias a hombres como él que sirven a los intereses de unos pocos, mientras, como dice Perkins en su libro "24.000 personas mueren de física hambre cada día del año". Y el imperio es construido, según Perkins siguiendo tres pasos: en el primer paso llegan los sicarios económicos a apoderarse de las economías por medio de los préstamos impagables.
Si por algún motivo, el líder del país elegido muestra algún tipo de principio moral ante tan abusivo saqueo y no puede ser convencido de vender a su patria, viene el paso dos: los "chacales" o asesinos verdaderos que se encargan de "provocar un accidente" como sucediera, asegura Perkins, con Roldós en Ecuador y Torrijos en Panamá, ambos líderes nacionalistas que perecieron en inexplicables accidentes de aviación. Y finalmente, si llegan a fallar los "chacales" y el líder insumiso no puede ser eliminado, llega el "US Army" en vivo y en directo a arrasar a sangre y fuego al país víctima, como sucediera en Chile, Panamá o en Irak.
Y fueron precisamente los asesinatos de Roldós y Torrijos, aunados estos a un tercer y sorpresivo elemento, lo que cambiaría la conciencia de Perkins: su relación amorosa con una colombiana. Dio la casualidad que un hermano de la misma se había unido a una fuerza guerrillera y ella le expresó que si la gente luchaba en un país, lo hacía por una razón y una causa y que su vida (la de Perkins), era una completa mentira.
Finalmente, Perkins decide renunciar a su vida de privilegios y escribir un libro denunciando a sus antiguos amos. En el proceso es amenazado y sobornado y el libro se queda veinte años en el tintero, hasta que finalmente, el año pasado, Perkins se arma de valor y termina y publica su libro.
Hoy en día, las "Confesiones de un sicario económico" serán de lectura obligatoria para quien quiera ver una radiografía detallada de cómo el imperio norteamericano se ha apoderado de las economías del Tercer Mundo y que las protestas, ya sea contra la privatización del agua en Bolivia o contra el TLC en Colombia, son de vital importancia: Nuestros gobernantes le están vendiendo su alma al diablo y nuestros recursos naturales a la "corporatocracia" norteamericana y una vez que a nuestros recursos naturales y a nuestras existencias se las lleve el Chiras, ya no habrá quién nos los devuelva y los que queden, seguramente terminarán en un desierto.
Etiquetas: tlc, usa, corrupción, sicario económico,
Publicado en: Colombianos en el exterior, Política
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