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Economía con Máximo Kinast

NACIONALIZANDO LOS BANCOS...

Escribe Luis Casado – 10/10/2011

 

No hace mucho, -hasta antes del 2007-, cada vez que se me ocurría mencionar la necesaria nacionalización de los bancos, me miraban como una especie de alienígeno recién llegado de algún exoplaneta. Sobre todo los “progresistas” para quienes la prueba de virginidad neoliberal es la cruz cotidiana. Sin embargo hoy en día te nacionalizan un banco con la misma frecuencia con la que se cambian de slip, o sea una o dos veces a la semana.

 

El Crédit Local de France (CLF), -un banco público-, nació en el seno de la Caisse de Dépôts et Consignations (CDC) para financiar los proyectos de los municipios y gobiernos provinciales de Francia. El CLF nunca tuvo el menor problema. Pero en abril de 1991 fue privatizado por el gobierno del “socialista” Michel Rocard, una especie de cacatúa de los intereses del gran capital. Algún genio de las finanzas propuso fusionar el Crédit Local de France con el Crédit Communal de Belgique, y de ese modo nació en el año 1996 un poderoso banco privado: Dexia.

 

En el año 2008, dando pruebas fehacientes de la incomparable eficiencia de los privados, Dexia quebró y por consiguiente los Estados francés, belga y luxemburgués tuvieron que “rescatarlo” con dinero público. Con una generosidad que nunca tienen para con los miserables, los tres gobiernos pusieron 6 mil 400 millones de euros.  En estos días Dexia volvió a quebrar, -de los 6 mil 400 millones de euros nunca más se supo-, y cada gobierno recupera (pero ahora endeudado y en quiebra) el banco que privatizó “para darle liquidez a los mercados”. La prensa internacional titula, sin la sombra de alguna reflexión crítica: “Bruselas, París y Luxemburgo desmantelan Dexia”. Lo que queda del Crédit Local de France regresa a la Caisse de Dépôts et Consignations (CDC) en lo que conviene llamar una revolución: un (costoso) giro en 360º para volver al punto de partida. ¿Suena conocido?

 

Para alegría de los contribuyentes, los Estados, -que confiesan no disponer de nada en caja-, deben aportar 90 mil millones de euros más en garantías públicas para asegurar las necesidades de financiamiento de lo que fue el banco nº1 en el mundo en materia de crédito a los poderes locales. ¡Bravo los artistas!

 

Pero el circo no termina allí. Decenas de bancos europeos que han soportado todos los “crash tests” a los que han sido sometidos por los “expertos”, comienzan a revelar parcialmente lo que han ocultado durante tres o cuatro años: que también están quebrados. Le echan la culpa a Grecia y a la crisis de la deuda soberana, que curiosamente constituyen el mejor negocio que nunca se haya inventado. Te explico. El Banco Central Europeo (BCE) tiene prohibido prestarle plata a los gobiernos. De modo que le pasa el dinero a los bancos privados a tasas de 0%  a 1,25% al año, y estos se lo prestan a Grecia a tasas del 18% anual. Los “eficientes” bancos privados ganan pues la diferencia, entre un 16,75% y un 18%, sobre sumas gigantescas que no les pertenecen, sin mover un músculo. Pero el chiste aún no termina, espera ahí. Como las agencias de calificación de deuda degradaron la nota de Grecia, insinuando que no podrá pagar su deuda pública, los bancos privados le pasan sus créditos… al Banco Central Europeo quién les devuelve el equivalente en dinero fresco. ¿Qué tal? Claro, el BCE les cobra un “descuento” del 10% sobre las tasas de interés, y se queda con la totalidad del riesgo. En vez de ganar 18% los bancos privados sólo reciben un 16,2% por su incomparable servicio.

 

¿Cómo hacen para quebrar? Misterio. No muy profundo: en realidad su voracidad infinita no se satisface con esquilmar a los Estados europeos, y se dedican a especular en los mercados de alto riesgo con dinero que, repito, no les pertenece. Por eso quiebran.

 

De ahí que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel se hayan reunido por la enésima vez, para convenir de la necesidad de recapitalizar los bancos europeos, o sea nacionalizarlos. Ni más ni menos.  Y anuncian un plan de 200 mil millones de euros que no tienen ni el Estado alemán ni el Estado francés, y que para más inri son ampliamente insuficientes si se trata de resolver la crisis de la deuda soberana europea. ¿Capici?

 

Si el monto necesario para comprar los botes que exige este naufragio excita tu curiosidad, te cito la cifra mencionada por un par de chatos más serios: algo más de 2 billones de euros. La nada misma.

 

El resultado de la eficiencia de la libre competencia en los mercados financieros. ¡Azúcar!

 

 

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