EL CHISTE DE LOS CRASH TESTS
Escribe Luis Casado – 08/09/2010
Cuando a algún genio se le ocurrió someter los bancos europeos a pruebas de esfuerzo te adelanté que no servirían de mucho. Entre otros porque quienes evalúan las pruebas de esfuerzo forman parte del universo de forajidos que aprovecha cualquier información para especular. De entrada, ¿qué es un crash test? Simple: se trata de simular en el papel que los bancos se ven enfrentados a una situación crítica en razón de acontecimientos imprevisibles (si fuesen previsibles no habría situación crítica o no debiese haberla) para determinar cuáles son sus posibilidades de sobrevivir. ¿Qué clase de “acontecimiento imprevisible”? Pos eso: un deterioro general de la economía y algunas de sus secuelas: aumento del desempleo, impago de créditos, devaluación de inversiones. ¿Imprevisible? Cada año designan una suerte de premio Nobel de economía y la Universidad de Harvard y la London Economic School excretan cientos de economistas expertos.
¿Cómo es posible que vainas como la economía, el empleo o la solvencia de los deudores sea algo tan imprevisible? Hace unos años conocí a un funcionario del Banco Santander de Santiago que declaró ser “experto en riesgo”. Un chato pagado para evaluar el peligro potencial que representa cada cliente de esa insigne institución, con formulitas, algoritmos, programas informáticos, procedimientos y reglas destinados, justamente, a evitar los riesgos. Igual el Santander perdió algunos cientos de millones de dólares con el estafador Bernard Madoff. ¿Evaluadores de riesgo? Como diría Horacio: “¡Chúpame un huevo!”
Pasa que los bancos ya no se dedican a la actividad bancaria, sino a especular, que es más rentable. De ahí que se inventasen algunas reglas mínimas para que los bancos no se vayan el chancho. Por ejemplo el indicador Tier 1. ¿Y eso, qué es? Un coeficiente que mide la solvencia sumando lo que cada banco tiene en capital más reservas, beneficios no distribuidos y participaciones preferentes para hacerle frente a los activos: créditos concedidos, acciones y otras inversiones de riesgo.
Úsease, el dinero que tienen garantizado, -sus recursos propios-, frente a aquel que tienen comprometido en alguna inversión no del todo fiable. Se supone que el mínimo es un 6%, y que cuanto mayor es el porcentaje, mayor es la solvencia. Los acuerdos de Basilea, ¿te dicen algo?
En claro, por cada dólar de capital propio un banco no debiese prestar más de diecisiete. ¿Capici? O sea que los bancos prestan plata que no tienen. Cobrar intereses por dinero que no tienen, ese es su negocio. Y ahí está el riesgo. Porque si una mínima fracción de esos créditos deviene insolvente, el banco quiebra. Si un 6% de sus créditos (0,06) es insolvente, desapareció la integralidad del capital propio. Ahora bien, ¿Te sorprendería saber que en los EEUU hubo bancos que prestaron 135 dólares por cada dólar de capital propio? ¿Me creerías si te dijese que para cumplir con la norma del 6% los bancos ocultan parte de los créditos que conceden?
Hoy por la mañana la prensa europea titula: “Castigo a la banca europea por las dudas sobre las pruebas de esfuerzo. La desconfianza impacta en las primas de riesgo de los países periféricos al difundirse que algunas entidades habrían ocultado parte de su cartera de deuda”.
The Wall Street Journal sembró la duda sobre los resultados del crash test realizado en Europa al revelar que grandes bancos, -como Barclays o Crédit Agricole-, escondieron parte de sus colocaciones en deuda pública para no verse penalizados. Es lo que en Chile llaman “la transparencia de los mercados financieros”, esa que genera la “confianza”. Por si fuese poco la patronal alemana desveló que sus grandes bancos (muy expuestos también a la deuda soberana) necesitarán más de € 100 mil millones de capital para cumplir con las nuevas regulaciones. Europa vuelve a despertar sospechas. En fin, la banca europea.
Las Bolsas volvieron a caer, y el sector financiero vive algo parecido a una depresión: el crédito está seco, el mercado interbancario apenas arranca y las entidades solo sobreviven por las inyecciones de liquidez de los bancos centrales. Los balances de la banca europea están llenos de bombas de tiempo. En España y Reino Unido están contaminados por la burbuja inmobiliaria, en Alemania o Francia acumulan grandes cantidades de deuda pública de los países con problemas.
Una vez más declaro que no me gusta tener razón. Porque toda esta borrachera la está pagando el personal. Y como puede verse, queda mucho por pagar.
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