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Economía con Máximo Kinast

LA TIERRA SE MUERE, COMIENZA LA SOBREVIVENCIA


Jubenal Quispe
 
Como nunca antes, la humanidad inaugura un siglo que le augura impredecibles consecuencias nefastas. Luego de los dos últimos informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, los petrodólares ya no pueden seguir desmintiendo las evidencias científicas de la degradación de la tierra. Como dijo Martín Parry, copresidente del segundo grupo de trabajo del IPCC: "Por primera vez, no estamos llamando la atención con modelos; éstos son datos empíricos, que podemos medir de verdad".
 
Según estos informes, el 90% del cambio climático es ocasionado por la conducta humana. Como consecuencia de la utilización de los combustibles fósiles, la temperatura media de la tierra en el presente siglo aumentará entre 1.5º a 6º (el pasado siglo la variación fue de 0.7º).
 
Los mares crecerán por encima de los dos metros de altura como consecuencia de los deshielos (en el pasado siglo el aumento fue de 12 a 18 cm.).
 
A mediados del presente siglo la población humana será de 11 mil millones de habitantes, entonces, se presionará más a la tierra para que produzca alimentos (Actualmente más del 50% del planeta ya ha sido cultivado, pastoreado o construido).
 
Si en la actualidad 1,100 millones de personas no tienen acceso al agua, en el año 2030 los sedientos sumarán 3,600 millones (mientras el 11% de los ricos seguirán despilfarrando el 88% de las reservas de agua dulce del planeta).
 
Si ahora el éxodo humano es por razones laborales, en cuestión de 5 años el éxodo será de los refugiados climáticos. Entonces, no habrá ni primer, ni segundo mundo a dónde huir.
 
Mientras todo esto suceda, más del 30% de las especies de vidas se habrán convertido en nostálgicos recuerdos fotográficos. Flujos permanentes de calor, sequías, huracanes, inundaciones y hambrunas serán permanentes. (Evidencias Científicas del Cambio Climático 2007 e Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, 1º y 2º informe del IPCC, 2007).
 
Según el último informe, las regiones más vulnerables son: El Ártico, África Subsahariana, los mega deltas de Asia y las islas pequeñas. En América Latina, la Amazonía del Este se convertirá en salares o estepas antes de la mitad del presente siglo. Esto último coincide con el Informe de la Universidad de Minas Gerais sobre la Amazonía, 2005, el mismo que sostiene que para el año 2050 de la Amazonía brasilera sólo quedará la mitad. Esto pone en serio peligro el equilibrio planetario.
 
En Bolivia, cerca del 50% del suelo ya ha sido esterilizado, y anualmente se pierde el 13% de las tierras fértiles (Informe del Vice ministerio de Agricultura, 2002). Los obispos han denunciado, el año 2000, que el acaparamiento inmoral de la tierra por los terratenientes es una de las principales causas del empobrecimiento del país (Tierra, Madre Fecunda para Todos, 2000).
 
Bolivia es la quinta potencia mundial en reservas de agua dulce, sin embargo, mientras millones de bolivianos carecen de agua potable, las empresas mineras, petroleras y las industrias están matando cuencas enteras en el país (Pilcomayo, Desaguadero y otros).
 
Bolivia es el octavo país más megadiverso del planeta, pero las semillas transgénicas, la caza y el comercio irrestricto de la biodiversidad están devastando esta riqueza colectiva invaluable. Nuestras nevadas, fuentes de agua dulce, se están agotando.
 
A nivel de ecología social, existe un desequilibrio inmoral: Mientras más del 60% de los bolivianos viven en la pobreza, el 10% de los más ricos (bolivianos) acapara 232 veces más que el 10% de los más empobrecidos en el país (Informe de la Fundación Milenio, 2006). Estos datos quedan pequeños para los sobrevivientes del último fenómeno del niño en Bolivia que se llevó consigo 56 personas y 8 jamás fueron halladas.
 
Hemos llegado al punto de inflexión ecológica. Si como especie deseamos sobrevivir al siglo XXI, no queda otro camino que la conversión ecológica. Conversión que implica una mutación mental, espiritual, afectiva y ética hacia un paradigma integral sostenible.
 
El consumismo desenfrenado tiene que ser desterrado por un consumo responsable (ético). El despilfarro hídrico, por una cultura del cuidado.
 
El saqueo de la tierra, por una mística de la crianza.
 
La frenética competencia mercantil tiene que ser equilibrada por la reciprocidad solidaria.
 
La pobreza no se vence luchando contra ella, sino contra la riqueza acumulada por unos cuantos.
 
La contaminación atmosférica no se vence con etanol o biodiesel, sino utilizando menos coches o compartiendo los que ya tenemos.
 
La carencia de agua no se resuelve perforando más pozos o "desviando ríos", sino cerrando las llaves.
 
La deforestación no es cuestión sólo de plantar árboles, sino también de optimizar las hojas de papel.
 
El problema de la basura no se supera sólo colocándola en el basurero, sino reutilizando, las veces que sea posible, las bolsas plásticas.
 
El problema ecológico, en última instancia, es un problema moral, y el sobrevivir a este problema depende de nuestra voluntad. Voluntad y autodisciplina no necesariamente para revertir la situación ecológica, sino para sobrevivirla. Porque ahora es cuando comienza la sobrevivencia en la tierra.

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