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Economía con Máximo Kinast

ECONOMÍA FICCIÓN...

Luis Casado – 17/11/2011

 

El economista francés Jacques Sapir se divertía hace unos días, imaginando lo que el ahora ex primer ministro griego Yorgos Papandreu hubiese podido hacer si hubiese tenido algo de cojones, en vez de humillarse y desdecirse ante las presiones de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, quienes de todos modos le hicieron renunciar a su idea de un referendo popular, y dimitir como jefe de gobierno.

 

Veamos lo que Papandreu hubiese podido hacer pensando sólo en los intereses de su país y no en los de la zona euro, lo que no hubiese tenido nada de extraño. Papandreu sabía que no existe ningún procedimiento legal para expulsar a Grecia de la zona euro. De modo que podía tomar la decisión de requisar temporalmente el Banco Central de Grecia, por un período de un año, y hacerlo emitir 360 mil millones de euros, o sea el monto de la deuda pública griega, como avance al Tesoro público, a una tasa de interés del 0,5%.

 

Con ese dinero podía recomprar toda la deuda pública griega. El peso de los intereses de esa deuda, que hoy representa un 7,5% del PIB, hubiese bajado a sólo un 0,75% del mismo PIB, contribuyendo poderosamente a reducir el déficit presupuestario. Luego hubiese podido hacer emitir otros avances para alimentar el presupuesto de la nación y enfrentar los déficits que se mantendrán hasta el 2015-2016. Liberado del peso de las deudas acumuladas su gobierno hubiese podido consagrarse a las reformas estructurales indispensables, pero sin buscar volver al equilibrio presupuestario a cualquier precio, lo que hubiese permitido dosificar las mortales medidas de austeridad que le han impuesto a los griegos.

 

Un monetarista como Milton Friedman diría inmediatamente: “¡Ah! Pero esto traerá un aumento de la inflación…” Que nones. Esa emisión monetaria representa sólo un 3,9% del PIB de la zona Euro, que en el año 2010 fue de 9,2 billones de euros. El porcentaje es tan bajo que su efecto inflacionista hubiese sido nulo. Téngase en cuenta que en Chile la masa monetaria suele crecer en torno a un 20% al año, y con tasas de crecimiento del 3% no ha generado ningún efecto inflacionista perceptible.  También se hubiese dicho que tal medida es contraria al Tratado de Maastricht sobre la unión económica y monetaria. Eso es exacto. Pero…

 

¿Qué podían hacer los otros países de la zona euro?

¿Suprimirle las ayudas a Grecia? ¿Y ahí? Con la emisión monetaria de la que hablamos Grecia ya no necesitaría ayudas…

¿Excluir a Grecia de la zona Euro? Eso, ya lo dijimos, es jurídicamente imposible.

¿Decretar un embargo sobre los productos griegos? El comercio de Grecia con la zona euro representa solo 35% del total, y además Grecia podía atacar a los otros Estados ante la Corte de Justicia de Luxemburgo con plenas garantías de ganar el juicio.

 

En realidad la medida de la que hablamos hubiese puesto al gobierno alemán en un aprieto, porque para no desdecirse lo hubiese forzado a abandonar la zona Euro. En ese caso, sin Alemania y muy probablemente sin Austria y sin Finlandia, la zona Euro puede organizarse más racionalmente.

 

Sin Alemania, el euro se depreciaría de un 20%, mientras que el marco alemán de nuevo en circulación se apreciaría entre un 15 y un 20%. La diferencia de cambio alcanzaría pues en torno a un 33%. Esa diferencia haría que el excedente comercial alemán, realizado por un 60% en la zona euro, fundiese como nieve al sol, regresando a una situación más equilibrada como las de los años 2000-2001. Y ahí se descubriría que Alemania tiene déficits comerciales con los países del tercer mundo…

 

Para evitar ese descalabro Alemania podría quedarse en el euro… dándole la razón a Grecia, y otros países seguirían el ejemplo griego. Lo que aquí describo no es sino lo que ha hecho la FED, o sea el banco central de los EEUU, los llamados “Quantitative Easing” que no son otra cosa que emisión monetaria pura y simple.

 

Pero emisiones hechas por los bancos centrales de cada país de Europa, y no por el BCE.

 

El monto total de tales emisiones fueron calculadas por el propio presidente de la Comisión Europea José Manuel Durão Barroso en 2,2 billones de euros, o sea menos de un cuarto del PIB de la zona euro. La misma dimensión de las emisiones efectuadas por la FED.

 

Tal inyección de liquidez en economías recesivas no tendría los efectos inflacionistas que hubiese podido tener si las capacidades de producción estuviesen empleadas al 100%. El euro bajaría ante el dólar, para llegar a una tasa de cambio de 1 euro por 1,15 a 1,20 dólares (hoy está en 1,35), aportándole un balón de oxígeno a las economías mediterráneas, y también a Francia. Sólo quedaría por modificar los Estatutos del BCE, o sea la nada misma.

 

Pero Yorgos Papandreu no hizo nada de todo esto. Ni siquiera amenazó con hacerlo. Así mostró ser un digno representante de una socialdemocracia europea pusilánime y sometida a los intereses de las finanzas.

Tuvieron más peso las actuales instituciones que los pueblos de Europa.

 

Queda por saber si a eso le podemos llamar democracia…

 

 

Louis Casado

Editor de Politika

 

Difundido en “Crónicas Comiconómicas” – Radio Tierra – www.radiotierra.cl

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