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Economía con Máximo Kinast

Te lo dije un millón de veces…

Escribe Luis Casado – 05/06/2011

 

Pero el personal no entiende, se deja embaucar por los charlatanes, por los “expertos”, por las Yolandas Sultanas de la previsión económica y pasa lo que pasa. Luego, cuando se trata de opinar, van a buscar a los chantas de siempre, esos que pontifican a propósito de la gobernabiliáh, la rentabiliáh, la fiscalización, la trrrasparencia, la confianza, la flexibiliáh, el líerazgo y la competitiviáh, y sigue pasando lo que pasa: que te engrupen, te cuentan chascarros y sigues pagando las habas que se comió el burro. Si quieres echarle una miradita, ven p’aquí que te muestro.

 

La tasa de desempleo

Suelo decirte que cuando anuncian, digamos un 9%, es porque en realidad es el doble. En su edición de hoy  TIME Magazine lo pone claro. Rana Foroohar afirma que los EEUU tienen 13,7 millones de parados. Pero Fareed Zakaria explica que “La cifra oficial del desempleo no incluye a los millones que dejaron de buscar trabajo o laburan a tiempo parcial. Suma esas categorías y el número real de estadounidenses sin un real empleo de tiempo completo estará más cerca de 24 millones”. No lo digo yo, lo dicen ellos, los que saben. No hace mucho, un ministro de Sarkozy decía lo mismo en Francia: “Cuando las estadísticas muestran una tasa de cesantía del 10% es porque en realidad está en el 20%”. La candidez no ha desaparecido del todo. Salvo en Chile.

 

La tasa de crecimiento

El FMI, la OCDE, la FED, el BCE y otras organizaciones tan incompetentes como ellas viven haciendo previsiones de crecimiento. Esa es una de sus principales ocupaciones, para no decir la única, y a ella le consagran lo esencial de sus denodados esfuerzos. Y siempre se equivocan. Cambian sus previsiones cada trimestre, las modifican mes a mes, y a pesar de todo siempre se equivocan. Buena parte de estos tigres aseguraron que la tasa de crecimiento de los EEUU para el 2011 sería muy superior al 3%. Hoy la realidad nos muestra que se arrastra muy por debajo del 2%. Hablando en porcentajes, el error es superior al 50%. Pregunta a un niño en la prueba Simce: “¿Cuánto es 3 multiplicado por 3?” Respuesta: “Más o menos 4,5…” ¡Excelente respuesta! Y lo más sabroso es que seis o siete meses más tarde, cuando nadie pone atención, recalculan la tasa de crecimiento y la bajan aun más.

 

La productividad

Última de las pomadas a la moda. Tenemos que aumentar la productividad de los que aun tienen trabajo. ¿O la productividad del trabajo? No está muy claro. Siempre te he contado que la productividad nunca aumenta tan rápido como en los tiempos de crisis. La explicación es simple: cuando se presenta una crisis, las empresas suelen reducir drásticamente las nóminas. Y hacen lo imposible para no reducir la producción. Menos trabajadores producen lo mismo, o más, que efectivos más numerosos.  Fareed Zakaria nos cuenta: “La buena nueva es que la economía de los EEUU volvió a sus niveles de antes de la crisis. El PIB de los EEUU es de unos US$ 13,5 billones. La mala noticia es que estamos produciendo la misma cantidad de bienes y servicios que en el 2007 pero con 7 millones de trabajadores menos”. La masa salarial disminuye, los beneficios crecen, en otras palabras las crisis no son malas para todo el mundo. Una alta tasa de desempleo es una eficaz herramienta para estimular la productividad de los currantes. Joseph Stiglitz lo había teorizado antes de convertirse al “progresismo”. Por su parte Klaus Kleinfeld, presidente y gerente general de ALCOA lo tiene claro: “Encontramos el modo de hacer más con menos gente”. ¿Descubrió la pólvora? ¡Claro que no!

 

La creación de empleo

¿Cómo tranquilizar al personal que no tiene empleo? Simple: anunciando, o prometiendo, que se va a crear laburo como si lloviera. Una práctica que se asemeja a la economía vudú o, si prefieres, a la economía chamánica. Y que predica exactamente lo contrario que hay que hacer para aumentar la productividad. Felipe Larraín y Piñera son de esta clase. No sólo ellos desde luego, ya verás. Barack Obama, por ejemplo, le cuenta a quién quiere oírle que la economía estadounidense creará 20 millones de empleos en los próximos diez años. Según Fareed Zakaria esta sería “una aceleración mágica”. Por la simple razón que en los últimos 10 años la economía yanqui creó apenas 1,7 millones de empleos. Para hacer previsiones sobre el futuro los economistas suelen mirar en el retrovisor. En este caso la imagen es nítida. Pronto demostraremos que las cuentas alegres de Felipe Larraín en Chile no tienen asidero en la realidad.

 

Oportunidades para todos

Eso canta Keiko Fujimori en Perú, la misma melopea que cantaba Piñera durante la campaña presidencial: “oportunidades para todos”. Piñera no se molestó en precisar si se trataba de “oportunidades de negocio”, Keiko tampoco. Por lo pronto, en los EEUU, se trata de sub-oportunidades: “La mayor parte de los empleos ofrecidos son a tiempo parcial con salarios del orden de US$ 19 mil al año, menos de la mitad del ingreso mediano”. Haberlo dicho antes. De ese modo llegamos a salarios inferiores al salario mínimo: el sueño de quienes postulan la flexibilidad laboral encabezados por el FMI, Alejandro Foxley, Ricardo Solari, Harald Bayer y otros genios.

 

La crisis se terminó

Tantos ilusionistas han repetido esta estupidez tantas veces, que hay que recordar lo que solía repetir John Kenneth Galbraith: “La mayoría siempre está equivocada”. Si se trata de economistas la frase de Galbraith es aun más cierta. Ya hay quién disiente abiertamente de quienes ven espejismos hasta en la jungla: El McKinsey Global Institute predice que tomará cinco años reducir el desempleo a los niveles del 2007. Rana Foroohar agrega que “En la economía (que crece) al 2% podemos sumarle fácilmente uno o dos años más a esa estimación”. Michael Spence, que recibió el seudo premio Nobel de economía junto a Joseph Stiglitz en el 2001, argumenta que “el crecimiento y el empleo divergirán” por décadas en los EEUU. En otras palabras, el crecimiento no creará empleos suficientes para quienes entran en el mercado del trabajo año a año. Menos empleo, menos recaudación de impuestos, más “gasto social”, déficits más abultados… La crisis se terminó… ¡Ya me dirás tú!

 

Pero todo esto ya te lo había dicho un millón de veces…

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